Por NestorNuñez
Tanto la ONU como la Organización Mundial de la Salud, OMS,
llenan todos los días espacios públicos llamando al planeta a la
solidaridad, el cese de los conflictos, y al fin de las sanciones y la
tirantez en instantes en que el planeta enfrenta una pandemia cuyo final
todavía no ha podido definirse.
Exhortaciones que acogen e impulsan todos aquellos seres humanos
llenos de sentimientos altruistas, ideas sanas, principios firmes,
verdadero amor por el prójimo, desprendimiento frente a las desgracias, y
una ética y decencias a toda prueba.
Sin embargo, en este mundo contrahecho por sistemas egoístas,
prepotentes y excluyentes, no podían faltar los cínicos de siempre, los
que agitan el odio a ultranza, los defensores de las aberrantes
asimetrías, y los que viven para sí mismos, para sus egos inflados y sus
pretensiones de pisotear a los demás.
Así, la embajada norteamericana en la Habana acaba de publicar un
mensaje del titulado Democracy Human Rigths and Labor, adscrito al
Departamento de Estado, donde se retoma el manido tema de la pretendida
“explotación de los médicos cubanos en el exterior”, y se conmina a la
comunidad internacional a que no debe solicitar galenos a Cuba en la
lucha contra el COVID 19, para no suplir, subraya, “el
dinero que perdió” luego de la suspensión por gobiernos afines a USA de
esa colaboración humanitaria.
En pocas palabras, en un mundo donde ya la tercera parte de la
población global está confinada en cuarentena, se insiste en la
agresividad, el insulto, la manipulación, la mentira y el descrédito.
Todo, proveniente de un gobierno inepto y con rasgos tan miserables,
como el intento de comprar los derechos exclusivos de una posible vacuna
contra el Covid 19 para luego utilizarla como medio de chantaje
universal.
Una administración con un presidente que engañó a sus conciudadanos con el cuento de que el nuevo coronavirus
era pura alarma inventada, que no pierde un instante para culpar a
China (la primera víctima de la pandemia) de ser el origen del drama, y
que no parece tan preocupado ni ocupado porque los mismos Estados Unidos
se convierta en unos días en el nuevo epicentro de la plaga.
Un gobierno, eso sí, que clama por no ver las batas blancas cubanas
luchando por las vidas humanas en medio de grandes riegos para las suyas
propias, desde Lombardía a Caracas, o desde Kinston hasta Managua, y
rabia con las lágrimas y los aplausos de admiración y gratitud conque
son recibidos nuestros trabajadores de la salud que, lejos de sus
hogares y su tierra, marchan contra la pandemia con sus sonrisas, su
verticalidad y sus miradas nobles, y con la única retribución de
arrancarle nuevas víctimas a tan inédito azote .
Sentenció una vez José Martí que aquellos que no tienen el valor de
sacrificarse deberían tener al menos el pudor de callarse ante los que
se sacrifican…pero en el Washington oficial, ocupado en fabricar
panfletos tan infamantes, tales preceptos no se conocen ni se admiten.
Los señores del Democracy Human Rights and Labor bien podrían dedicar
mejor su tiempo a evitar que millones de trabajadores estadounidenses
no puedan protegerse en sus hogares y deban salir a las calles
infectadas de sus ciudades y condados porque no existen políticas
efectivas de cuarentena y prevención, que faltan en la misma magnitud
que las pruebas para detectar la enfermedad, las camas en los hospitales
públicos, o los insumos para preservar la integridad del personal
médico.
Por lo demás, quiéranlo o no, Cuba y su valeroso
contingente de la Salud seguirá colaborando con el resto de la
humanidad con el mismo altruismo, desinterés y responsabilidad, como lo
hizo con los numerosos viajeros del crucero británico con enfermos de
la COVID 19 que Washington tajantemente rechazó recibir en sus puertos
días atrás.
Por lo demás, los cubanos estamos absolutamente convencidos que al final “la historia nos absolverá”.


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