lunes, 29 de abril de 2019

Soñando en Miami

Por Ricardo Alarcón de Quesada 
full-halcones
Luego de tres meses de amagos y amenazas y en un escenario doble -el Departamento de Estado en Washington DC y un teatro de Miami- finalmente la Administración yanqui anunció lo que se propone hacer para intensificar su guerra económica contra Cuba.
El día 17, a media mañana en breve ceremonia, apenas unos minutos, en la capital, el Secretario de Estado Mike Pompeo hizo saber que aplicarán completamente el Título III de la Ley Helms-Burton. No ofreció mayores explicaciones aunque sí dijo que a partir del dos de mayo los “cubanoamericanos” podrán actuar ante los tribunales de Estados Unidos contra quienes utilicen de algún modo las propiedades que, alegan, fueron suyas o de sus familias.
No hubo preguntas ni fue entregado algún texto que respondiese a las interrogantes que semejante decisión debía provocar entre quienes recuerden que durante veintitrés años –Clinton, W. Bush, Obama y el propio Trump– habían adoptado una posición contraria a lo que ahora se anuncia.
Se produjeron inmediatamente declaraciones oficiales de España, Canadá, México y de las autoridades de la Unión Europea que, además de protestar advirtieron que adoptarán las medidas que sean necesarias para neutralizar cualquier intento de dañar sus legítimos intereses y recordaron que están en capacidad de hacerlo tomando en cuenta que no son pocas las inversiones norteamericanas en sus países.

Imagina que no hay posesiones

Por Abel Prieto 
lennon
La maquinaria hegemónica de dominación cultural ha trabajado eficientemente para mutilar y absorber la herejía. Muchos emblemas de la rebeldía de los 60 han sido convertidos en «modas», en mercancías, vaciados ya de su sentido transgresor. En estos casos, a la ganancia derivada de la venta de artículos a nostálgicos, hippies, jubilados y coleccionistas se suma la ganancia ideológica de presentar tributos vinculados a antiguos «rebeldes» como souvenirs de gente arrepentida e integrada al sistema.
Lennon, tras la separación de los Beatles, se radicalizó y terminó transformándose en un símbolo muy difícil de digerir para la derecha yanqui. No podían comprarlo ni silenciarlo. Se opuso con su obra y su palabra al genocidio en Vietnam; denunció el racismo en EE.UU., en Sudáfrica, en todas partes; protestó contra los crímenes, injusticias y mentiras del sistema; y defendió los derechos de la mujer y muchas causas justas de este mundo.