Soñando en Miami
Por Ricardo Alarcón de Quesada
Luego de tres meses de amagos y amenazas y en un escenario doble -el Departamento de Estado en Washington DC y un teatro de Miami- finalmente la Administración yanqui anunció lo que se propone hacer para intensificar su guerra económica contra Cuba.
El día 17, a media mañana en breve ceremonia, apenas unos minutos, en la capital, el Secretario de Estado Mike Pompeo hizo saber que aplicarán completamente el Título III de la Ley Helms-Burton. No ofreció mayores explicaciones aunque sí dijo que a partir del dos de mayo los “cubanoamericanos” podrán actuar ante los tribunales de Estados Unidos contra quienes utilicen de algún modo las propiedades que, alegan, fueron suyas o de sus familias.
No hubo preguntas ni fue entregado algún texto que respondiese a las interrogantes que semejante decisión debía provocar entre quienes recuerden que durante veintitrés años –Clinton, W. Bush, Obama y el propio Trump– habían adoptado una posición contraria a lo que ahora se anuncia.
Se produjeron inmediatamente declaraciones oficiales de España, Canadá, México y de las autoridades de la Unión Europea que, además de protestar advirtieron que adoptarán las medidas que sean necesarias para neutralizar cualquier intento de dañar sus legítimos intereses y recordaron que están en capacidad de hacerlo tomando en cuenta que no son pocas las inversiones norteamericanas en sus países.







