Soñar no cuesta nada
Por
Arthur González
Dice un viejo refrán español que “Soñar
no cuesta nada”, y es lo que le pasa a Rosa María Payá Acevedo,
refugiada política en Estados Unidos pero residente en Cuba, quien
negoció ese status migratorio con las autoridades yanquis, a cambio de
hacer propaganda con la muerte de su propio padre, algo que deja a las
claras la ausencia de valores éticos y morales.
Para seguir las órdenes que le imparten en Miami, ahora ha convocado a un nuevo reality show,
siempre empleando el nombre de su difunto padre, sin el menor pudor,
que intenta atraer a jóvenes cubanos residentes en la Isla, a los que ni
pagándole altas sumas de dinero ha podido captar para sus fracasados
proyectos.
Recodemos que, a su llegada a Miami junto
a su madre y dos hermanos, Rosa María fue conducida ante los
principales miembros de la mafia terrorista anticubana, entre ellos
Ileana Ros-Lehtinen, hija de un testaferro del dictador Fulgencio
Batista y madrina de terroristas connotados como Orlando Bosch,
Guillermo Novo Sampol y Luis Posada Carriles.
También fue presentada a Mario
Díaz-Balart, hijo de quien fuera uno de los ministros más cercanos a
Batista e igualmente defensor de los terroristas residentes en Florida, y
para no dejar dudas del papel que tenía que jugar a cambio de su visado
de “refugiada política” entregado por el Departamento de Estado, Rosa
María le fue presentada al senador Marco Rubio, furibundo anticubano y
asesor del presidente Donald Trump para su actual política hacia la
Isla.
¿Quién puede acceder con tanta facilidad a esos congresistas si no va a cumplir tareas específicas contra la Revolución cubana?
Hasta los más tontos se percatan que no
se llega a un Senador en Estados Unidos, ni por suerte ni por ser joven
con cara agraciada.
Conociéndose como actúan esos personajes
es muy simple entender que ahora la convocatoria lanzada por Rosa María
para una segunda edición el inventado premio con el nombre de su padre,
es parte de la fracasa estrategia de engatusar a la juventud cubana,
algo destinado al mismo fracaso que la edición anterior y todas las
tareas que le han encargado a la huerfanita, que de su padre solo se
acuerda para manipularlo, algo bien demostrado en sus giras por Europa y
América Latina, donde la actividad turística y las diversiones marcan
su conducta, muy alejadas del pesar y la tristeza.
Supuestamente el “Premio” es para
reconocer a los activistas democráticos que han mostrado un claro
compromiso con la defensa de los derechos humanos en Latinoamérica,
debido a que una de las medidas que diseñó la mafia anticubana en Miami
fue la creación de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia
(RedLat), y situar a Rosa María al frente del engendro, con el fin de
otorgarle alguna imagen que la respalde internacionalmente.
El mayor error de cálculo de los
anticubanos fue entregarle el “premio” el pasado año al Secretario
General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro,
personaje que se sabe de sobra que es un fiel cumplidor de los dictados
de Washington contra Venezuela y que no fue capaz de aglutinar a los
países integrantes de la OEA para condenar a Caracas, algo que pone en
tela de juicio de los jóvenes su moral y principios.
La tal RedLat, no ha condenado la muerte
de Berta Cáceres, luchadora de los derechos humanos asesinada vilmente,
ni tampoco se pronunció contra la detención, secuestro y asesinato del
líder argentino Santiago Maldonado.
Entonces vale preguntarse: ¿Qué derechos
humanos son los que defiende esa supuesta Red latinoamericana que no
enfrenta ninguna de las verdaderas violaciones de los derechos humanos,
condenados por decenas de miles de personas en este continente?
Es más que evidente la burda manipulación
política dibujada por Estados Unidos contra Cuba, algo que perdura por
59 años sin lograr un solo resultado, pero que ha enriquecido a un
manojo de mafiosos en La Florida.
Rosa María acusa al gobierno cubano del
fallecimiento de su papá, pero cuando fue enviada a España para buscar
apoyo de ese gobierno, el propio ministro de Exteriores y Cooperación la
remitió a los tribunales para que los jueces decidieran si ella tenía
razones para tal acusación, y se fue como perro con el rabo entre las
patas, porque la decisión fue tajante, no tenía una sola prueba que
culpara a las autoridades de la Isla. Su apelación ante el tribunal
supremo obtuvo similar respuesta.
El único culpable del fallecimiento de
Payá Sardiñas y su compañero Harold Cepero, fue el español Ángel
Carromero, enviado a Cuba por Esperanza Aguirre, a repartir dinero a la
contrarrevolución asalariada para sus actos provocativos.
Carromero conducía a exceso de velocidad, algo usual en él y por lo que le fue suspendida su licencia de conducción en España.
Una prueba de la manipulación de dicho
“premio” es la lista de invitados al acto en La Habana, ciudad que
supuestamente abandonó Rosa María por peligrar su vida y la de su
familia y la que visita constantemente, lo que debía ser una
preocupación del Departamento de Estado, pues están sosteniendo
financieramente a una “refugiada política”, la cual no demuestra en la
práctica dicha condición.
Esperemos por los nombres de los próximos
candidatos al Premio Oswaldo Payá, pero de antemano se puede adelantar
que no serán los verdaderos luchadores por los derechos humanos en
Latinoamérica y si algunos de los que han quemado y asesinado a personas
inocentes en Venezuela, considerados “luchadores por la libertad”.
Triste papel la de esta huérfana que
vendió su alma y sentimientos, a cambio de dinero y una residencia en
Estados Unidos, país que asesina, reprime y viola sistemáticamente los
Derechos Humanos de los desposeídos del mundo.
Ante personas con similares actitudes dijo José Martí:
“Desconfíese de los que comercian sin miedo con las cosas santas”