NO MÁS BLOQUEO VS CUBA
viernes, 3 de noviembre de 2017
Trump, el bloqueo a Cuba y la contra de la Florida
Por: Carlos Fazio
Este miércoles primero
de noviembre, la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas
contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados
Unidos a Cuba desde 1960, marcará la primera derrota de la diplomacia
de guerra de Washington bajo la administración de Donald Trump.
Después de los modestos pasos dados por Barack Obama, la obcecación y tozudez de Trump y su troika de generales (James Perro loco
Mattis, secretario de Defensa; H. R. McMaster, consejero de Seguridad
Nacional, y John Kelly, jefe de gabinete) les impiden ver que están
llevando las relaciones bilaterales a un terreno donde las autoridades
de la isla están acostumbradas a lidiar y son más fuertes: el
enfrentamiento, con base en las normas del derecho internacional; amén
de que ello es un factor de unidad interna, que lejos de debilitar al
gobierno cubano, le permite aumentar su respaldo dentro y fuera del
país.Como ha repetido una y otra vez la cancillería cubana a distintos mandatarios estadunidenses, cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos desestabilizadores más sutiles o encubiertos, estará condenada al fracaso.
Desde 1992, cuando Washington reforzó el bloqueo con la aprobación de la extraterritorial Ley de Democracia Cubana (también conocida como Ley Torricelli), Cuba promovió y logró pasar el voto de condena en la ONU en 25 ocasiones consecutivas. En 2016 sumó el apoyo de 191 Estados de los 193 que forman el organismo. Sólo Estados Unidos e Israel votaron en contra. No obstante, en abierto desafío a ese consenso y al derecho internacional, Trump reforzó el bloqueo en junio de este año, lo que podría retrotraer los vínculos con la isla a los peores momentos de la época de la guerra fría.
El 16 de junio pasado, tras pronunciar un discurso cargado de una retórica hostil en el teatro Manuel Artime de la Pequeña Habana de Miami, Trump firmó una directiva denominada “Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba”.
El principal objetivo del memorando es revertir los avances alcanzados por el antecesor de Tump en el cargo, después de que el 17 de diciembre de 2014 los presidentes Raúl Castro Ruz y Barack Obama dieran a conocer la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas e iniciar un proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales.
Atizado por la mafia anticastrista y antipatriótica conformada por los cubano-estadunidenses de Miami, el magnate neoyorquino reincide en la vieja y enfermiza obsesión que frustró a once sucesivas administraciones de la Casa Blanca, de Dwight Eisenhower a Obama, pasando por Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo.
Según el experto estadunidense Arnold August, la redacción del memorando dirigido a provocar un “cambio de régimen” en la isla recayó principalmente en el asesor de seguridad nacional, general H.M. McMaster, y el jefe de gabinete Reince Prebius, bajo la asesoría del senador Marco Rubio y el representante Mario Díaz-Balart, ambos integrantes del núcleo duro de la industria de la contrarrevolución de la Florida.
Marco Rubio, quien fue ridiculizado por Trump durante las elecciones primarias del Partido Republicano, es miembro del Comité de Inteligencia del Congreso y durante la actual administración se ha vuelto un protagonista de la política estadunidense hacia Cuba, abogando por el recrudecimiento del bloqueo e impulsando la ruptura de relaciones. Iguales propósitos guían a Mario Díaz-Balart, cuyo padre y abuelo apoyaron a la dictadura de Fulgencio Batista.
Ambos políticos republicanos provienen de Florida, un estado muy disputado donde los cubano-estadunidenses representan más del 5 por ciento del electorado. Aunque su influencia se ha deteriorado desde hace algún tiempo, los dos conservan una influencia sustancial en los principales medios de difusión masiva del sur de Florida, incluyendo radio y televisión, así como en El Nuevo Herald, edición en español del Miami Herald.
El gobierno de Raúl Castro ha venido modificando paulatinamente el sistema político-económico de Cuba y se ha abierto a la inversión extranjera y al único mercado que existe en el orbe. En ese sentido, reforzar el bloqueo va en contra de los propios intereses del magnate Trump como exitoso hombre de negocios y exhibe su doble moral.
Por otra parte, el bloqueo afecta de manera directa los intereses de empresarios cubano-estadunidenses que votaron por Trump y quieren invertir en la isla, por lo que está cometiendo una clara torpeza política al reforzar la política de aislamiento en vez de ponerle fin.
Varias encuestas realizadas en Estados Unidos, entre ellas la del Centro de Investigaciones PEW (Pew Research Center), un think tank con sede en Washington que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan las relaciones de ese país con el mundo, revela que 76% de los estadunidenses consultados apoya el proceso de normalización diplomática con Cuba iniciado por Obama. Asimismo, establece que 65% de los republicanos, 83% de los demócratas y 75% de los independientes entrevistados apoyan el proceso.
Otra encuesta de la Universidad Internacional de Florida (Florida International University, FIU), da cuenta de que 68% de la población del estado de la Florida apoya el proceso de normalización de relaciones, con un 90% de respaldo en los jóvenes y de 83% entre los votantes registrados.
Cuba es uno de los países más seguros del mundo, por lo que las manipulaciones políticas y mediáticas acerca de supuestas afectaciones a los extranjeros en su territorio son insostenibles y forman parte de las maniobras desestabilizadoras concebidas por sectores que manejan los hilos de la política hacia la isla, como los susodichos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, además de Carlos Curbelo, Ileana Ros-Lehtinen, Ted Cruz, Bob Menéndez y Albio Sires, que encabezan en la coyuntura una coalición de congresistas de ultraderecha republicano-demócrata interesada en mantener el bloqueo y hacer retroceder los vínculos bilaterales.
Al dejar la “política cubana” en manos de esa coalición de legisladores que lucran con la industria de la contrarrevolución que tiene su epicentro en Miami, Trump choca con los intereses de importantes actores estadunidenses como Airbnb, novena compañía en ingresos por movimiento de turistas: sectores de agricultores que atraviesan una de las crisis más agudas desde la década del 30, y productores de lácteos que pierden anualmente millones de dólares que Cuba compra en ese renglón.
A guisa de ejemplo, la cosecha de 2016 alcanzó una cifra récord en Estados Unidos, pero permanece en almacenes abarrotados de trigo, maíz y otros granos por falta de mercado. El trigo es el segundo rubro de importación cubana y se compra a Canadá, China y Francia, que se benefician a costa de los granjeros de la Unión Americana a causa del bloqueo.
Según dichos del senador republicano por Kansas, Jerry Moran, estudios sobre la dieta de la población cubana demuestran que debido a las restricciones de comercio con Cuba, los agricultores de Estados Unidos perdieron entre 2013 y 2015, mil millones de dólares en exportaciones.
El recrudecimiento del bloqueo también afecta a los emprendedores privados cubanos −el sector privilegiado por Barack Obama como una de sus principales herramienta para su política encubierta de “cambio de régimen” en Cuba− directamente vinculados al sector turístico, que podrían dejar de ganar hasta 21 millones de dólares en lo que queda del año. Los llamados emprendedores hospedaron, alimentaron y transportaron una parte significativa de los 285 mil visitantes estadunidenses que estuvieron en Cuba en los primeros cinco meses de 2017 y se perfilan como los grandes perdedores tras la aplicación de las nuevas enmiendas introducidas por la administración Trump.
¿Moraleja? A mayor bloqueo estadunidense a Cuba, mayor apertura de puertas del naciente mercado cubano a los inversionistas europeos y latinoamericanos.
El voto en contra del bloqueo a Cuba en la ONU, el próximo miércoles, irá una vez más en sentido inverso a la postura de Washington y su socio privilegiado en Medio Oriente, Israel. No obstante, y pese al consenso internacional, es previsible que los generales que se apoderaron del control de la Casa Blanca: James Perro loco Mattis; H. R. McMaster y John Kelly, persistirán en la aplicación de una política de guerra no convencional y asimétrica contra Cuba, que en sus diferentes fases y modalidades ha venido fracasando desde el triunfo de la revolución en 1959.
Paliza a Washington en la ONU
La paliza, 191 a 2, sufrida por Estados
Unidos en la votación de la Asamblea General de la ONU sobre el bloqueo a
Cuba, no es una simple repetición de las anteriores. Es cierto, hace
más de un cuarto de siglo un número creciente de Estados apoya la
resolución cubana. En los últimos años solo votan en contra la potencia
del norte y su impresentable compinche Israel. Si se piensa bien, el
sufragio sobre el bloqueo se ha convertido también en un símbolo del
aislamiento de Estados Unidos, no solo en este tema, sino en otros, que,
como el cambio climático, son cada vez de mayor interés para las
naciones. Esto se ha acentuado con la política exterior unilateralista
del presidente Donald Trump.
De igual modo, la mayoría de las
intervenciones en apoyo al documento cubano, fueron también un llamado a
Trump para que retome el camino de diálogo y cierta apertura con la
isla iniciado por su homólogo Barak Obama. Cabe recordar que el segundo
había pedido al Congreso el levantamiento del bloqueo y, en concordancia
con ello, Estados Unidos se abstuvo por primera vez en la votación del
año pasado. Aunque nunca habló del carácter agresivo e inmoral del cerco
económico y dijo que el cambio de política hacia la isla no implicaba
una modificación de su objetivo(de derrocar a la Revolución), el primer
presidente negro de la gran potencia sí reconoció explícitamente el
fracaso del bloqueo y aceptó una relación con Cuba de iguales y mutuo
respeto.
Sin embargo, los pasos dados por el nuevo
ocupante de la Casa Blanca en relación con la isla han sido sumamente
hostiles y basados en mentiras, condicionamientos y pretextos. Entre los
últimos es digna de una marca olímpica en materia de mentira la
supuesta agresión con un arma sónica a la que habrían sido sometidos 22
miembros de la Embajada de Washington en La Habana. Washington dice que
aun no puede acusar a Cuba de la autoría de los “ataques” pero alega que
no es capaz de proteger a sus diplomáticos según establece la
Convención de Viena. Esta ridícula acusación se ha vuelto el hazmerreír
de las comunidades científicas de Estados Unidos y Cuba. No obstante,
logró eco en los medios de difusión estadunidenses dominantes y fue
usada como excusa para reducir sustancialmente, de forma unilateral y
festinada, el personal en las misiones diplomáticas de ambos países en
La Habana y Washington.
En el primer caso, mediante la retirada por
Estados Unidos de la mayoría de su personal, presuntamente enfermo por
la acción de la hilarante arma sónica. En el segundo, con la absurda y
descabellada expulsión de buena parte de los diplomáticos cubanos. Esta
medida, junto a la orden presidencial de Trump dada a conocer el 16 de
junio, reduce al mínimo lo que quedaba de las medidas de distensión de
Obama después de los discursos en que él y el presidente Raúl Castro
anunciaron la decisión de restablecer relaciones diplomáticas entre Cuba
y Estados Unidos. Baste señalar que a partir de ahora un cubano se ve
impedido de solicitar visa estadunidense en La Habana y debe para ello
viajar a Colombia y pedirla al consulado en Bogotá. Ya hablaremos de eso
próximamente.
Volviendo al debate sobre la resolución
cubana en la ONU, destacaron los pronunciamientos de los representantes
de América Latina y el Caribe, África y Asia, así como el apoyo de la
CELAC, el CARICOM, el Movimiento de Países No Alineados, el G77 + China,
la Organización de la Conferencia Islámica y la ASEAN. Fueron
sobresalientes los discursos de Jamaica, Bolivia, Venezuela, Paraguay,
México, Vietnam, China, India, Rusia, Unión Europea, Suráfrica y
Argelia.
Los condicionamientos alegados por Trump
para no levantar el bloqueo recibieron la fulminante respuesta del
canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla: “En las últimas semanas, el
presidente Donald Trump ha reiterado en cuatro ocasiones diferentes que
su gobierno no levantará el bloqueo a Cuba a menos que esta realice
cambios en su ordenamiento interno. Reafirmo hoy, que Cuba jamás
aceptará condicionamientos ni imposiciones y les recordamos al
presidente y a su embajadora (en la ONU, Nikki Haley) que este enfoque
aplicado por una decena de sus predecesores no ha funcionado ni
funcionará. Será uno más en la cuenta de una política anclada en el
pasado”. Añadió que el mandatario estadunidense se acompaña de
“rancios batistianos(partidarios del dictador Batista), anexionistas y
terroristas”, que “alienta el odio y la división”, y pregona “un
peligroso supremacismo que disfraza de patriotismo y que generará más
violencia”.
(Tomado de CUBADEBATE)
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