Una de las falsedades más difundidas
en los últimos tiempos sobre Cuba es la de presentar a la Revolución
cubana como enemiga de internet. Es algo que se ha reiterado a partir de
las denuncias sobre el uso por EE.UU. de las infocomunicaciones con
fines anticubanos, mientras se oculta que la república de Wall Street es
el mismo país que hace hasta lo imposible por limitar el acceso de Cuba
a esas tecnologías.
Nuestros correos electrónicos, tuits, presentaciones en línea y post
en Facebook alimentan el volumen de datos que se genera cada día en
internet. Hoy los analistas pueden construir modelos capaces de predecir
preferencias políticas, orientación sexual, etc., todo a raíz de la
información que los propios usuarios ofrecen en las redes sociales.
Está documentado que el Grupo de Acción Política (GAP), que forma
parte del Centro de Actividades Especiales, división de la Agencia
Central de Inteligencia, realiza acciones que incluyen la creación de
estructuras de comunicaciones y acceso a internet en los países o
regiones objetivo de la agresión.
En Bolivia se crearon más de 68 000 cuentas falsas en Twitter en los
días del golpe de Estado, en noviembre de 2019. En tanto, Irán sufrió
una oleada de violencia donde se repitió la misma táctica empleada en
Bolivia: grupos armados, perfectamente coordinados, utilizando la
técnica del «enjambre» se comunicaban
entre sí, y concertaban las acciones usando mensajes de texto para reunirse en los puntos de ataque. La agresión se paralizó cuando el Gobierno apagó internet y las redes inalámbricas; lo habían hecho allí mismo durante las elecciones de 2009, en lo que se conoció como la llamada Ola Verde.
entre sí, y concertaban las acciones usando mensajes de texto para reunirse en los puntos de ataque. La agresión se paralizó cuando el Gobierno apagó internet y las redes inalámbricas; lo habían hecho allí mismo durante las elecciones de 2009, en lo que se conoció como la llamada Ola Verde.
En febrero de 2018 se creó el llamado Grupo de Tarea de Internet para
Cuba, siguiendo instrucciones del memorando presidencial de seguridad
nacional del 16 de junio de 2017. El sitio Razones de Cuba ha
documentado que el gap y las instituciones que integran esa fuerza
cuentan con especialistas altamente calificados que, a partir de modelos
elaborados previamente mediante Big Data, dirigen mensajes sectorizados
a los cubanos.
En junio de 2019, un tuitazo, supuestamente protagonizado por
usuarios cubanos, emplazaba a la empresa de telecomunicaciones, Etecsa, a
bajar los precios de internet. La misma fuente revela que se intentó
presentar como una iniciativa de estudiantes, ingenieros informáticos,
etc., pero los supuestos activistas vivían en Florida, Texas, Tennessee y
Georgia. Otro intento de manipulación ocurrió a propósito del Referendo
Constitucional, mediante la utilización del hashtag #YoVotoNo en
Twitter.
Articulados con los espacios digitales contrarrevolucionarios, miles de cuentas falsas lanzan su mensaje al público de la Isla, influencers
prefabricados realizan «análisis» de la «situación cubana», usando
recursos bien estudiados, que buscan movilizar emocionalmente, mediante
el humor, la indignación o la sorpresa a públicos previamente
analizados.
Las recientes campañas de descrédito contra artistas revolucionarios,
y el ultraje cobarde realizado contra bustos del Apóstol, forman parte
de esa guerra con su correlato digital que busca crear las condiciones
para que se produzca en la isla una «Ola verde».
La polémica Ley Helms-Burton de 1996 estableció la obligación de
otorgar dinero a estos programas desestabilizadores. Cada administración
desde entonces ha variado la cifra exacta, que como promedio se mueve
cercana a los 20 millones de dólares.
Ese monto de dinero empleado para promover un supuesto cambio de
régimen en Cuba se camufla con el eufemismo de «programas a favor de la
democracia», con el que se financian grupos mercenarios, becas para
promover falsos liderazgos entre los jóvenes cubanos y esta guerra sucia
en internet...
Específicamente ese Grupo de Tareas activado hace unos dos años de
cara al escenario digital, pareciera la acción defensiva de quien se ha
quedado sin pretextos con su retórica de que el Gobierno cubano impedía
el acceso de los cubanos a las tecnologías, y aplican esta fórmula de
agresión tan ilegal e injerencista como Radio y TV Martí. Esos son los
riesgos de cara a nuestra inserción en este espacio, pero la Revolución
seguirá formando a sus ciudadanos para saber discernir estas maniobras,
mientras se amplía el acceso de sus bases sociales a estos nuevos
escenarios.

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