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Tomado de CubaDebate
La vida, la obra, y el pensamiento revolucionario y humanista de Fidel Castro se desvela como un océano interminable de conocimientos para cualquier historiador, no solo por la importancia cimera de su personalidad para la historia, sino, también, por su fructífera y longeva vida.
Desde la entrevista como género, dígase Fidel y la religión conversaciones con el teólogo brasileño Frei Betto, Un grano de maíz del comandante nicaragüense Tomas Borges, Cien Horas con Fidel del periodista Ignacio Ramonet y más recientemente Fidel Castro. Guerrillero del Tiempo de Katiuska Blanco, por solo citar algunos, el
propio Fidel nos transmitió la visión de su evolución como ser humano,
el ámbito familiar y social que condicionó su niñez, sus luchas
estudiantiles, los momentos trascendentales, de mayor regocijo y los más
angustiantes del proceso revolucionario, desde el asalto al cuartel Moncada
hasta alcanzar el triunfo el 1ro de Enero de 1959; y luego, los
acontecimientos que han marcado la impronta de la Revolución en el
poder. El valor de estos testimonios es excepcional, primero,
porque representa la perspectiva propia de su vida y segundo porque
permite definir hitos y puntos de ruptura para la evolución de su
pensamiento estratégico.
Quienes lo estudian, cuentan además con un volumen extraordinario de discursos e intervenciones, entrevistas, comparecencias y mensajes donde no escatimaba en brindar elementos precisos, a la hora de explicar, de convencer, sobre determinadas circunstancias y acontecimientos, lo que le permitía establecer una conexión sorprendente con el pueblo.
También pueden recurrir a los libros y reflexiones que escribiera,
todos con la intensión de advertir sobre temas polémicos, estratégicos y
cruciales, para desterrar cualquier tergiversación y donde primaba su
deseo de defender la verdad.
El gran cúmulo de compilaciones temáticas sobre su obra simplifica la
búsqueda y orienta los intereses particulares. Resulta un hecho
innegable, en lo adelante, que una de las empresas fundamentales para
promover el estudio de su pensamiento, será el compendio de toda su obra
y la correspondiente anotación de las mismas, para lo cual se ha de
tomar como referencia la extraordinaria faena de los estudiosos de José Martí.
Distintas instituciones resguardan un volumen significativo de
documentos históricos, fuentes periódicas, materiales audiovisuales,
etc., a los cuales deberán acceder los estudiosos, para evitar que las
investigaciones carezcan de una solida base documental.
Es importante señalar que existe dentro de nuestra historiografía un
número importante de textos imprescindibles sobre diferentes
acontecimientos y periodos históricos relacionados con Fidel. Hasta
hoy, la mayor atención ha recaído en los hechos ocurridos antes del
triunfo revolucionario. No podemos renunciar a lo que se ha escrito
fuera de Cuba, puesto que existen títulos de mucha valía.
Desde el punto de vista de las fuentes documentales, no hay una
temática que no pueda ser abordada con elementos sólidos y un análisis
objetivo de las circunstancias que lo originaron. Para esto es
fundamental desprenderse de cualquier ápice de exaltación o
mitificación, que levante barreras indelebles entre el ser que fue el
Comandante y su pueblo. Debelar su carácter resuelto, su personalidad
sensible y su profundo sentido de la humanidad, debe guiar la esencia de
cualquier propósito investigativo.
Asimismo, debe primar el análisis profundo de los principales axiomas
de su pensamiento político, filosófico, militar, social y cultural,
valorar las dimensiones de su organicidad como intelectual, su
antiimperialismo y su profundo latinoamericanismo. Además, examinar su
contribución a la búsqueda de la unidad entre los revolucionarios y el
papel que concedió al Partido Comunista de Cuba como la vanguardia
política de la nación.
Indagar en su sentido de la amistad, el respeto por la
opinión contraria, la capacidad que ostentaba para establecer relaciones
con personas de cualquier procedencia, idiosincrasia, nivel cultural o
afiliación política y cubrirlos con un velo de admiración, incluso a
aquellos que no compartían sus ideas, debe ser otra premisa. En
igual sentido, privilegiar el estudio de las estrategias de desarrollo
de la ciencia, la agricultura, la ganadería y otras muchas ramas
medulares para el desarrollo socioeconómico así como su confianza
extrema en las potencialidades del país y de su gente.
Hay que analizar la manera en que enfrentó oportuna y
conscientemente, los desaciertos del proyecto revolucionario, su
valentía a la hora de reconocer públicamente los errores y su respeto
insoslayable por el pueblo de Cuba.
Existe aún mucho por estudiar, referido a sus aportes a la política
internacional de la Revolución Cubana, con especial atención a las
relaciones con los Estados Unidos. No puede olvidarse el apoyo a los
movimientos sociales, de liberación nacional, y fuerzas de izquierda en
todo el mundo, en la búsqueda de la independencia, la equidad y la
justicia social, así como su excepcional sentido de la solidaridad en
todas las dimensiones que esta puede alcanzar.
Se hace imprescindible continuar ahondando su pensamiento
estratégico-militar, las concepciones de la guerra de guerrillas, de
todo el pueblo, y los principios de libertad plena y soberanía nacional.
El reto fundamental es propiciar que las personas lean a Fidel. No
habrá mejor análisis que el que cada uno, desde la experiencia y la
construcción del conocimiento, pueda hacer. Los historiadores debemos
contribuir al entendimiento, poner en contexto, y realizar análisis
objetivos, que permitan valorar el papel de uno de los revolucionarios
más importante del siglo XX, en toda su dimensión y en correspondencia
con los acontecimientos que marcaron su vida.
La misión es colosal, atemporal e imprescindible Asumimos el reto. Se lo debemos a Fidel. Se lo debemos a Cuba.
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