God, please, bless America!
Estados
Unidos vive políticamente un caos interno que no parece tener fin. La
Administración Trump, cuestionada desde su génesis por supuestos nexos con el
Kremlin, nada contra la corriente como salmón pequeño y despavorido. Esta
república federal constitucional se ha convertido en una nación libertaria, en
la que continúan apareciendo nuevas revelaciones en contra del Mandatario
neoyorkino. Al parecer aliados del Congreso y Senado aparentan jugar el rol de
darle la espalda en tal crucial etapa al mandamás buscando un beneficio propio.
La Apocalipsis final es inminente.
Las pesquisas realizadas por el FBI
demuestran por el momento que un “RussiaGate” es latente dentro del Ejecutivo.
Senadores de la talla de Chris Van Hollen (D-MD) y Marco Rubio (R-FL) avalan la
continuidad de las investigaciones. Su interés mediato, corroborar con hechos y
evidencias sólidas de una injerencia rusa mediante un “draft law case” presentado al Congreso como punta de
lanza para aniquilar al Mister US President # 45. Precisamente el US President
# 45, es acusado por ambos políticos de obtener beneficios electorales en 2016
por mediación de régimen postsoviético.
Según un
artículo del colega Alex Daugherty, ambos se encuentran esperando a que la
Comisión Selecta del Senado sobre Inteligencia emita recomendaciones de
seguridad específicas sobre elecciones antes de apoyar formalmente un proyecto
de ley relacionado con la interferencia rusa en las elecciones.
Pero, ¿qué puede haber detrás de
este entramado político? ¿Cuáles podrían ser los trasfondos de estas justas y,
hasta cierto punto, enfocadas acciones del Senado norteamericano? Sin duda, se
reviven las etapas de Cold War y alguien desea ser el afortunado vaquero-actor
que un día obtuvo la Presidencia de EE.UU. Para los
entendidos de la materia, Marco Rubio se abalanza como principal contendiente
hacia la presidencia, pero para esto necesita desgastar a su principal
contrincante, Donald Trump.
Rubio, ha
mostrado no importarle cambiar de bando, incluso ser leal al “fuego amigo”. Sus
intenciones de atacar al Kremlin, mediante el Congreso, implican ganarse
espacios en una contienda abierta y agresiva, en la cual expertos vaticinan la
posibilidad de una conversación del senador floridano al mejor estilo
“kafkiano” llegando en 2020 al Partido Demócrata. Ello implicaría repetir de
forma exitosa el ciclo de Reagan, copiando su fórmula.
Trump, quien
entendió poco de ajedrez en su vida, sería vencido por un Jaque Mate
congresional en menos de 5 jugadas. Hoy, camina precipitado por un tablero, sin
caballos y alfiles que lo defiendan. Los peones reales que lo acompañan
traicionarán su bando. En el caso de Marco Rubio dejará de ser un peón rey,
aspirando a coronarse y ya ha rehusado a continuar las órdenes de quien impere,
logrará consumar su sueño, al menos volverá a postularse como candidato a la
presidencia con mayores posibilidades de triunfo. En el 2020 si logra sacar del
juego a Trump, si no, su corta edad le ayuda a esperar hasta el 2024.
Cuando llegue el momento viviremos
una etapa de crisis en EE.UU. Las minorías
sociales serán sometidas al maltrato de una clase poderosa que se fraguará con
lo más bajo del sentimiento nacionalista americano. Se perseguirán artistas,
intelectuales, negros, descendientes de judíos y mujeres. Revivirá el “mccarthismo”
y se intensificará la xenofobia, la lucha contra el mundo árabe y occidente.
Todo ello será dirigido desde la Casa Blanca si triunfase como presidente un
individuo como este de origen confuso. En estas fechas solo podré pedir a mi
señor “God, please, bless America”!

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