Al filo del mediodía de este miércoles, cuando las novenas puertorriqueña y venezolana, Criollos de Caguas y Caribes de Anzoátegui, iniciaban lo que fue un electrizante juego de pelota en la primera semifinal de la Serie del Caribe, varias personas, colegas, incluso personal de apoyo del torneo se nos acercaron para preguntarnos qué sabíamos de cuatro jugadores cubanos que habrían abandonado a su equipo.
Jorge Polo, jefe de la delegación cubana y vicepresidente del Inder, aseguró que los 28 peloteros están enfocados en el certamen, sin ningún problema, y destacó la unidad del grupo y su disciplina.
Esto de los rumores no es nuevo como tampoco es que el pelotero cubano es el más perseguido en cualquier rincón del mundo, por su calidad y porque las normas del béisbol profesional, regidas por Estados Unidos (entiéndase Departamento del Tesoro y Major League Baseball, MLB), agreden la condición del pelotero cubano. Y no hablamos de la física, sino de su integridad ética.
Desde el 3 de febrero del 2015 está vigente el Acta de Residencia fuera de Cuba, documento que pone las reglas para que un pelotero cubano, nacido, formado y preparado en su país, pueda acceder al béisbol profesional de Estados Unidos. En el cuerpo de ese texto se lee que para que un pelotero de la Mayor de las Antillas pueda jugar en la MLB tiene que renunciar a su nación, declarar que vive fuera de Cuba, que no regresará y que no tiene nada que ver con el Gobierno cubano.
Lo que ha venido ocurriendo en el béisbol con Cuba está tipificado en el delito de tráfico de personas y es, con todas las letras, robo de talento. ¿Por qué la organización de Grandes Ligas o las franquicias que tienen equipos allí no negocian con la parte cubana, como mismo lo hace Japón o Canadá, o algunas de las ligas europeas?
Mientras exista ese documento habrá rumores y la premisa del robo de talento se mantendrá. Es sintomático, además, que el rumor salga justo en las horas previas al partido semifinal, el más importante de esta Serie del Caribe.
Y no es nueva esta práctica, porque los peloteros, la pelota y nuestro deporte representan para el país, orgullo y defensa de nuestra nacionalidad. La alegría que vivimos en todo el país desde las plazas orientales de Las Tunas y Granma, por la calidad y por la entrega sin límites, es lo atacado con esta práctica que solo sufren nuestros deportistas.
Lo que sí no es palabrería ni rumores, es la acogida que esta ciudad le ha dado al equipo cubano, cómo le reconocen su educación, sus cualidades, además de las deportivas. Hemos visto admirados aquí, por su condición de cubanos, a los que juegan en otros equipos y han sido contrarios en el terreno.
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