jueves, 11 de enero de 2018

Marco Rubio quiere ser rubio

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Por Patricio Montesinos.
No nos asombremos cuando un día el senador de origen cubano Marco Rubio aparezca en el Congreso de Estados Unidos con su pelo pintado de rubio para congraciarse o robarle el protagonismo, mejor dicho, el show al presidente Donald Trump.
El legislador republicano por la Florida, un iracundo anticubano y por cierto antes acérrimo contrincante de Trump, continúa siendo el principal actor del ya aburrido culebrón que contra la mayor de las Antillas se escenifica en Washington relacionado con supuestos “ataques sónicos” a diplomáticos estadounidenses en La Habana.
Rubio, y su “amiguete” de andanzas de agresiones a Cuba, el demócrata Robert Menéndez, representaron esta semana un nuevo capítulo de  la más reciente vulgar novela, al organizar en el Senado una audiencia dirigida a continuar difamando de la nación caribeña con maliciosas e infundadas acusaciones.
Lo hicieron pese a que el Buro Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), otras agencias especializadas del Departamento de Estado norteamericano, investigaciones exhaustivas realizadas por las autoridades cubanas, y expertos internacionales, han reiterado que no existe evidencia de ningún tipo sobre la ocurrencia de los llamados “ataques sónicos”.
Es bien sabido que el guión del referido culebrón ha sido escrito con el claro objetivo de seguir tensando las relaciones entre los dos países vecinos, y como un pretexto para que la Casa Blanca retornara, como ya lo hizo su actual inquilino, a la fracasada política agresiva hacia la mayor de las Antillas.
El gobierno de Cuba, a través de la Directora General de Estados Unidos de su Cancillería, Josefina Vidal,  afirmó este martes que el verdadero propósito de la reciente audiencia en el Senado de Washington no era establecer la verdad, sino imponer por la fuerza y sin prueba alguna una denuncia que no han podido demostrar.
Vidal enfatizó que su país rechaza la politización de ese tema y las medidas injustificadas que ha adoptado la Casa Blanca, con un alto costo para sus compatriotas, la emigración de la nación caribeña y el pueblo estadounidense.
No es nuevo, ni mucho menos, que los regímenes de turno de Washington hayan buscado pretextos infundados para mantener asediada a la Revolución cubana, desde su mismo triunfo, el 1 de enero de 1959.
Tampoco es novedoso que personajes arribistas y mafiosos como Rubio hagan carrera política y se enriquezcan a costa de posturas hostiles hacia Cuba, e incluso consigan manipular a mandatarios del imperio del Norte.
Ese senador republicano, enemigo sin tregua de Trump en la pasada campaña electoral norteamericana, ahora se aprovecha de un magnate emperador poco experimentado,  y hasta es capaz de pintarse el pelo de rubio para hacerle la corte, o cuidado, suplantarlo.
Como cambian las cosas para Cuba

Por Arthur González 

MartianosCuba era condenada porque exigía a sus ciudadanos un permiso de salida y una carta de invitación, para realizar un viaje a otro país por interés personal.
Nuevos cambios introducidos en 2013 en su ley de migración y reajustes en su política de viajes, eliminaron tales requisitos y entonces se pudo ver a las claras que ambos no eran la verdadera causa que impedía a cubanas y cubanos disfrutar de una estancia en el exterior, sino la dificultad para obtener un visado en alguna embajada.
Cualquier ciudadano del llamado “mundo libre” que desee ir como turista a otro, solo debe contactar con una agencia de viaje que le organiza su recorrido, incluidas las visas y boletos de avión. Para esos no hay exigencias que si les exigen a los cubanos y hace un penoso martirio lo que pudiera ser un deleite.
Desde 1966 Estados Unidos aprobó la llamada Ley de Ajuste Cubano, la cual permite que cualquier cubano residente en la Isla que llegue al territorio yanqui, solicitar asilo político con solo decir a las autoridades migratorias que “huye del comunismo”, algo que politiza ilegítimamente el movimiento migratorio.
Esa fue la solución que encontró la administración de Lyndon B. Johnson, para legalizar el estatus migratorio de los que llegaban ilegalmente a las fronteras estadounidenses, principalmente esbirros del dictador Fulgencio Batista y sus seguidores, los atemorizados por las campañas mediáticas contra la Revolución y aquellos padres que se dejaron engañar con la falsa Ley sobre la pérdida de la patria potestad, circulada por agentes de la CIA, y enviaron solos a sus hijos a los Estados Unidos, como parte de la tenebrosa Operación Peter Pan.
La Ley de Ajuste, aún vigente, privilegia solo a cubanos y de ahí el temor de varios países en facilitarles visas, pero lo que, si resulta indignante y hasta humillante, son los requerimientos que muchas embajadas solicitan solo a los cubanos para entregarles un visado, entre ellos mostrar una cuenta bancaria, violando el secreto bancario y la privacidad personal, escrituras de sus propiedades y hasta reservaciones en hoteles.
¿A que ciudadano francés, turco, austriaco, australiano o argentino, se les exigen esos requisitos para visarle su pasaporte?
Muchos de los cónsules que hacen esas solicitudes a los cubanos no tienen ni casa propia, ni cuentas de ahorro, al igual que sus compatriotas que visitan a Cuba.
De eso la prensa de Estados Unidos no hace campañas, ni sus aliados denuncian como se les limita la libertad a los cubanos para viajar. Sin embargo, cuando los llamados “disidentes”, fabricados y sufragados por Estados Unidos, viajan a México, Colombia, Chile, España y a los propios Estados Unidos, nadie les pide nada de lo que le obligan a mostrar a los cubanos que pretenden visitar familiares o amigos. Sobre ese proceder discriminatorio nada se habla.
A partir de las medidas adoptadas por el presidente Donald Trump en octubre de 2017, de no emitir más visas en la Habana para visitas temporales, contraer matrimonio con ciudadanos norteamericanos, o de reunificación familiar, los cubanos están obligado a viajar a México y a Colombia para asistir a las entrevistas que se le programan en los consulados de Estados Unidos, con el fin de evaluar si se les entrega o no el visado.
Por supuesto que, para obtener el codiciado visado de ambos países, los cubanos tienen que mostrarles a los funcionarios consulares su estado de cuenta bancaria y las escrituras de sus propiedades, y solo después de evaluar cada caso el cónsul accede o no a visarlo, lo que resulta un tratamiento denigrante en un mundo que incrementa los movimientos migratorios y el turismo.
Para demostrar el injusto trato que reciben los cubanos, que no es criticado por las organizaciones de Derechos Humanos que antes cuestionaban a Cuba, basta con conocer lo que Colombia ha impuesto a su consulado en Miami, donde sus funcionarios declaran que “el consulado de Colombia en Miami no tiene obligación de otorgarle visa a los cubanos que quieren reunirse con sus familias en Bogotá y para obtener la visa hay un proceso con requisitos que deben ser respetados”.
Desde que el Departamento de Estado anunció que procesaría las visas de inmigrantes para cubanos en su embajada en Bogotá, y las de no inmigrantes en México, la afluencia de cubanos solicitando visas a Colombia es masiva, tanto en La Habana como en Miami, pues los familiares residentes en la Florida desean asistirlos económica y técnicamente antes de las entrevistas en el consulado yanqui.
Lograr una cita en los consulados de México y Colombia en la Habana es una verdadera odisea, sin la certeza de obtener el permiso de internamiento, algo que aprovechan los especuladores para sacarle dinero a los interesados.
Antes del 2013 las acusaciones eran contra Cuba y fue común las denuncias sobre su política migratoria. Ahora que ya esas trabas desaparecieron y hasta los “disidentes” viajan constantemente a recibir entrenamiento en otros países, o para participar en eventos donde se condena a la Revolución, no hay una sola acusación contra aquellos países latinoamericanos, Estados Unidos, Canadá y de la Unión europea, por sus prácticas discriminatorias y violadoras de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.
Ahora nadie se acuerda de la libertad de viajar, de movimiento ni el respeto a la vida privada, las normas impuestas por esos países no violan nada, al final ellos responden a un modelo capitalista que, a su decir, es el “paladín de los derechos humanos”.
Mientras, las familias cubanas no tienen derecho a reunirse, festejar juntos y pasar buenos momentos unidos. Así son los que imponen las normas que rigen hoy el mundo.
Exacto fue José Martí cuando sentenció:
“Algo que daña mucho el ejercicio de un derecho, es la hipocresía del derecho”



Departamento de Estado modifica recomendaciones sobre viajes a Cuba

Michele Bond: “la nueva clasificación no se debe a un cambio de la situación en la isla, sino la “necesidad de ser consistentes en las clasificaciones de los riesgos en distintos países”. Foto tomada de US Embassy in Argentina.
En el contexto en que funcionarios norteamericanos hablan de la falta de pruebas en torno a los incidentes sónicos que se registraron en la embajada estadounidense en Cuba, el Departamento de Estado ha modificado hoy sus recomendaciones acerca de los viajes a la mayor de las Antillas.
De esta forma, Washington sugiere ahora a sus ciudadanos que reconsideren un posible viaje al país caribeño.
“Hicimos un examen cuidadoso, consultamos con nuestros expertos y ésta ha sido la conclusión con respecto a Cuba”, comentó en una teleconferencia el miércoles Michele Thoren Bond, subsecretaria del Buró de Asuntos Consulares.
Según la funcionaria, la nueva clasificación no se debe a un cambio de la situación en la isla, sino la “necesidad de ser consistentes en las clasificaciones de los riesgos en distintos países”.
El 29 de septiembre, el departamento de Estado recomendó a los estadounidenses no viajar a Cuba porque, aseguró, “podían correr el riesgo de ser víctimas de ataques sónicos”, como ha calificado el gobierno del presidente Donald Trump -aun sin pruebas-, los incidentes de salud reportados por diplomáticos en La Habana.
La víspera, durante una audiencia en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado funcionarios del departamento de Estado reconocieron que no tienen evidencia alguna que les permita afirmar que hubo ataques contra sus diplomáticos en la capital cubana, ni que el gobierno pueda ser responsable o tener conocimiento de acciones de terceros.
A propósito, la directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Josefina Vidal, rechazó la víspera cualquier acción mediante la cual se quiera inculpar a Cuba por los síntomas -migraña, mareo, pérdida de la audición y lesiones cerebrales leves- que alegó presentar desde noviembre del 2016 parte del cuerpo diplomático norteamericano.
Cuba es un país seguro, pacífico y saludable para los cubanos, para los extranjeros, para los diplomáticos acreditados y para los millones de personas que nos visitan cada año, incluyendo los estadounidenses, reafirmó durante una conferencia de prensa.
El 6 de enero, la propia funcionaria confirmó mediante su cuenta de la red social Twitter que durante 2016 visitaron a la nación antillana 619 mil 523 estadounidenses.
La cifra, según indicó, representa un 217,4 por ciento de crecimiento con respecto al año anterior y pese al reforzamiento de las políticas que sustentan el bloqueo que Washington mantiene contra La Habana desde 1962. Con información de PRENSA LATINA