viernes, 30 de marzo de 2018

Reasignados por Trump 20 millones USD para la subversión en Cuba

Por Norelys Morales Aguilera
El presupuesto aprobado por Donald Trump para el ejercicio fiscal 2018, hasta el mes de octubre, incluye partidas de 20 y 15 millones de dólares para promover la democracia en Cuba y Venezuela, respectivamente, según informó AP este viernes 23 de marzo.
Esa reasignación de 20 millones para la subversión contra la Isla, se da luego de que en el presupuesto del año anterior, Trump redujo el monto a 10 millones, y prendiera las alarmas entre vividores y financistas del negocio de la contrarrevolución. La compleja maquinaria congresional y lobista no se detuvo.

El grupo mafioso anticubano en el Congreso USA, esperanzó a sus empleados de los mal llamados grupos disidentes en Cuba, buscó fórmulas compensatorias mediante entidades como la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), que financió a varios grupos de sus asalariados, al tiempo que no trascendió las cantidades en operaciones secretas, durante el año fiscal anterior.
Así que, Trump vuelve a las cifras anteriores que provienen del contribuyente estadounidense. Estados Unidos asigna desde 1996, con la Ley Helms-Burton, fondos públicos para programas injerencistas en Cuba.
Trumpistas y obamistas juegan en el mismo bando. Desde el año fiscal 2009 hasta el 2016 la administración Obama asignó 20 millones de dólares anuales para la subversión en Cuba a nombre de su supuesta democracia. A ello se suman los fondos destinados a transmisiones de radio y tv contra Cuba, que nunca han sido transparentes.
La medida de gastos firmada por Trump para Estados Unidos el viernes, es de 1,3 billones de dólares, que dijo era para evitar un cierre del gobierno a medianoche, horas después de decir que estudiaba vetarla. El presupuesto aprobado tiene un fuerte aumento en gastos militares y no satisface a Trump.
Como justificaciones, mencionó la carencia de una solución al DACA y al incompleto financiamiento para construir el muro.
Estoy considerando un veto del proyecto de ley presupuestaria basado en el hecho de que los más de 800 mil beneficiarios de DACA han sido totalmente abandonados por los demócratas (ni siquiera se les menciona), tuiteó.
Asimismo añadió que ‘el muro fronterizo, que se necesita de forma desesperada para la seguridad nacional, no está totalmente financiado’.

lunes, 26 de marzo de 2018

Política Exterior de Estados Unidos: el círculo extremista se cierra


En medio del ambiente enfebrecido que se vive en la Casa Blanca, los recientes nombramientos del presidente Trump en puestos claves de su administración reflejan claramente el acento belicista, de poder fuerte y chantaje imperial que le está imprimiendo a la política exterior estadounidense.
Junto a los cambios en el mando del Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional, también el presupuesto que Trump acaba de firmar el pasado viernes, para lo que queda de ejercicio fiscal 2018, exhibe la preeminencia de las políticas de fuerza por sobre la diplomacia, al más clásico estilo del llamado “hard power”. Mientras las partidas del Departamento de Defensa crecen en más de 60 mil millones de dólares, el presupuesto de la cancillería estadounidense y sus órganos conexos para la diplomacia pública ha sido recortado en un 32%. Mientras el gasto total en defensa, incluida la renovación del arsenal nuclear, llega a los 700 mil millones de dólares, el resto de los gastos sumarán 591.000 millones. Estados Unidos eroga en defensa, más de lo que gastan juntos los siete países que le siguen.
Al presentar hace un año la propuesta de presupuesto 2018, el director de la Oficina del Prespuesto de Trump, Mick Mulvaney, fue rotundo: “El presidente dijo que se iba a gastar menos dinero en la gente de fuera y más en la de casa”[…]”Es un presupuesto de poder duro, no blando, y es algo intencionado. Este el mensaje que queremos enviar a nuestros aliados y adversarios. Este es un Gobierno fuerte y poderoso”, señaló en rueda de prensa.

Los halcones hacen nido


John Bolton. Foto: AFP / Archivo
En un remedo de los días más siniestros de la administración W. Bush, viejos y nuevos halcones asumen la conducción de la política exterior imperial.
Donald Trump acaba de nombrar como su Consejero de Seguridad Nacional al siniestro John Bolton, uno de los principales promotores de la guerra de Irak. En 2001, Bolton se convirtió en subsecretario de Estado para el control de armas, una posición que cobró peso en la antesala de la invasión de Irak porque la justificación de Bush para atacar se centró en la supuesta posesión de armas químicas y biológicas por parte de Sadam Huseín, que luego no se encontraron. “Estamos seguros de que Sadam Husein ha escondido armas de destrucción masiva”, dijo Bolton en un discurso en 2002.
Es una figura tan polémica en Washington que en 2006 tuvo que abandonar su cargo de embajador estadounidense ante la ONU después de apenas 14 meses, debido a la negativa del Senado a confirmarle definitivamente para ocupar el puesto, al que Bush le nombró aprovechando un receso congresional.
Bolton, de 69 años, quien asumirá sus nuevas funciones el 9 de abril, fue una de las candidaturas barajadas por Trump al ganar las elecciones para estar al frente del Departamento de Estado. El hombre es un reacio defensor del unilateralismo hegemónico de Washington. Entre sus frases célebres, se encuentra una que es auténtica muestra de su intolerancia: “Por mí, si la ONU pierde 10 pisos, no hay franca diferencia”, dijo en 1994 cuando Kofi Annan anunció su voluntad de limitar los conflictos armados para así instalar las fuerzas de paz de la ONU. En una conferencia de prensa dijo también que “las Naciones Unidas no existen como institución” y cuando le preguntaron de qué manera reformaría el Consejo de Seguridad fue absolutamente claro: “La reforma sería poner en el Consejo de Seguridad a un solo miembro permanente porque ese es el reflejo real de la distribución de poder en el mundo Ese miembro sería Estados Unidos”.
Comentarista habitual en la cadena televisiva FOX, Bolton es un ideólogo ultraconservador, vehemente defensor del “interés nacional” de Estados Unidos, y que respalda sin remilgos los ataques militares como estrategia preventiva. “Es perfectamente legítimo que Estados Unidos ataque primero para responder a la ‘necesidad’ (de defensa propia) que presentan las armas nucleares de Corea del Norte”, escribió en un artículo publicado hace dos semanas en el diario The Wall Street Journal.
Bolton tendrá al parecer un buen aliado en la Secretaría de Estado. La salida de Rex Tillerson de ese puesto no sorprendió a nadie. El magnate petrolero no congeniaba con el magnate inmobiliario y de los realities shows televisivos que hoy manda en la casona presidencial de Washington; por más que a la larga compartían los propósitos estratégicos. Todo lo contrario de lo que sucede con Mike Pompeo, el nuevo jefe de la diplomacia estadounidense, a quien se considera como el más leal a Trump de los miembros del gabinete. “Con Mike Pompeo, tenemos una forma de pensar muy similar”, dijo el presidente al anunciar su nuevo nombramiento.

El exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y ahora Secretario de Estado, Mike Pompeo. Foto: Alex Wong/Getty Images
Pompeo viene de una meteórica carrera política, convenientemente financiada por los reaccionarios hermanos Koch. Graduado de la Academia Militar de West Point, en 2010 fue electo a la Cámara de Representantes, donde estuvo seis años, hasta que Trump lo nombró al frente de la CIA.
Adquirió fama en Washington por la dureza con la que fustigó a Hillary Clinton en la comisión especial para investigar el atentado de Bengasi (Libia) de 2012, cuando la excandidata presidencial era secretaria de Estado. La investigación acabó sin hallar responsabilidades en Clinton, pero Pompeo llegó a calificar el caso como algo “peor que el Watergate en algunos aspectos”. Eso lo puso en la línea de mira de Donald Trump a la hora de conformar su gobierno.
Se le considera un halcón, seguidor de la filosofía ultraconservadora del Tea Party. Su visión como director de la CIA era claramente imperial: “Para ser exitosa la CIA debe ser agresiva, implacable, tenaz”, afirmó. No pocas veces invocó con sorna la posibilidad de asesinar al líder norcoreano Kim Jong-un, levantando temores de un probable retorno de Washington a la práctica de los asesinatos de líderes extranjeros.
Pompeo, que ahora debe lidiar con los vericuetos de la política exterior, se ha mostrado partidario de un “cambio de régimen” en Corea del Norte y de sabotear los acuerdos nucleares con Irán.
El dúo Bolton-Pompeo será bien asistido en la proyección agresiva hacia el resto del mundo por la embajadora USA en la ONU Nikki Haley , una déspota con puesto diplomático.

Nikki Haley en la ONU. Foto: @USUN/ Twitter.
El pasado diciembre, Haley amenazó a los estados miembros de la ONU con represalias si apoyaban una resolución que criticaba la decisión de Washington de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, y dijo que el presidente Donald Trump tomaba la votación como “asunto personal” y Estados Unidos “anotará nombres”.
En carta que envió a los representantes de 180 países, Haley advirtió: “El presidente observará esta votación cuidadosamente y me ha pedido que informe sobre los países que votaron contra nosotros.Tomaremos nota de cada voto sobre este asunto”.
A ello añadió un mensaje enérgico en su cuenta en la red social Twiter: “En la ONU siempre se nos pide que hagamos más y demos más. Por eso, cuando tomamos una decisión por voluntad del pueblo estadounidense sobre dónde situar NUESTRA embajada, no esperamos que aquellos a quienes ayudamos nos ataquen. El jueves se votará sobre una crítica a nuestra elección. EU anotará los nombres”.
Dos simples perlas del pensamiento y actuar de la dama del equipo de Trump para la política exterior.

Venezuela y Cuba en la mira

Si algo distingue y une a los personajes nombrados es su obsecada visión injerencista e imperial sobre Venezuela y Cuba, su cercanía con el Senador Marco Rubio y su mirada hacia América Latina como traspatio que ha de ser obediente.
Todos deben recordar la prepotente intervención de la señora Haley en Naciones Unidas el día que se aprobó por abrumadora mayoría la resolución contra el bloqueo estadounidense a Cuba; la que, por cierto, recibió contundente respuesta del Canciller cubano.
Haley no ha dejado de usar la tribuna de la ONU para atacar reiteradamente a Cuba y a Venezuela.
Recientemente anduvo por Miami para reunirse con la más rancia ralea anticubana. Haley se encontró en la Universidad Internacional de la Florida (FIU) con los congresistas anticubanos Ileana Ros-Lehtinen, Marco Rubio , Carlos Curbelo y Mario Díaz-Balart para debatir, de acuerdo a los reportes, sobre “cómo se puede fortalecer la democracia en América Latina y especialmente en Cuba y Venezuela”.
Según el senador Marco Rubio, el encuentro se organizó a petición de Nikki Haley para conocer las demandas de exiliados de Cuba y Venezuela, aunque se habló también del estado actual de los negocios norteamericanos en América Latina y la relación de Estados Unidos con la región.

Haley con los legisladores anticubanos en la Universidad Internacional de la Florida, marzo de 2018. Foto: Twitter
El nuevo Secretario de Estado Mike Pompeo, por su parte, es el brazo de apoyo de Marco Rubio en la armazón de las mentiras de los supuestos “ataques sónicos” en Cuba contra funcionarios estadounidenses, buena parte de los cuales son, a decir de la agencia AP, funcionarios de inteligencia. Esto ha sido denunciado por varias fuentes y recientemente ratificado por el diario español El País, que atribuye los supuestos ataques acústicos contra funcionarios estadounidenses en Cuba a una argucia de la CIA para enfriar y eventualmente eliminar el proceso de acercamiento entre ambas naciones.
Tanto Pompeo como Rubio comparten la línea ideológica ultraconservadora del Tea Party. Tienen un estrecho vínculo desde hace varios años. En 2015, cuando Pompeo era representante por Kansas, copatrocinó el proyecto de ley impulsado por Rubio, Cuban Military Transparency Act, para impedir cualquier transacción financiera con empresas gestionadas por los militares cubanos. Entonces no fue aprobada, pero el presidente Trump los complació en sus anuncios de política hacia Cuba en junio 2017.
Apenas tres días después de aquel discurso de Trump en Miami, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo, se reunió en Langley, el 19 de junio, con varios miembros de la Brigada mercenaria 2506encabezados por Félix Rodríguez Mendigutia (uno de los involucrados en el asesinato del Che en Bolivia) y otros personajes, entre ellos el comisionado del condado de Miami-Dade, Esteban Bovo Jr., el Sheriff Jorge Gutiérrez Izaguirre y el senador cubanoamericano, Marco Rubio.

Los mercenarios de la Brigada 2506 y el Senador Marco Rubio fueeron recibidos en la CIA el 19 de junio de 2017. Foto; TT
Pompeo también ha sido un activo adalid de las políticas antivenezolanas de la administración Trump. El pasado enero, durante un intercambio en el American Enterprise Institute, aludió a la influencia que tuvo desde la CIA para que Trump dispusiera sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro,en base “a la propia inteligencia que habíamos entregado y él había solicitado”.
Ya en julio 2017, el entonces director de la CIA había realizado unas declaraciones polémicas sobre Venezuela durante un foro de seguridad del Instituto Aspen, en Colorado. “Tenemos muchas esperanzas de que pueda haber una transición en Venezuela y la CIA está haciendo lo mejor para entender la dinámica allí”.
“Venezuela podría convertirse en un riesgo para Estados Unidos”, diría un mes después a la cadena televisiva Fox. “Los cubanos están ahí; los rusos están ahí, los iraníes, Hezbolá están ahí. Esto tiene el riesgo de llegar a un lugar muy malo, por lo que Estados Unidos debe tomarlo muy seriamente”.

El mentiroso de Bolton


John Bolton (der.) junto a Marco Rubio. Foto: Getty Images.
Pocos políticos estadounidenses en las últimas décadas han sido tan tan perversos y manipuladores hacia Cuba como John Bolton. Muy recordadas son sus acusaciones en mayo de 2002 -cuando Bush hablaba de atacar 60 o más países, Afganistán había sido invadido por las fuerzas imperiales, se amenazaba a Irak por supuestamente construir armas quìmicas y Chávez había sufrido el Golpe de Estado impulsado desde Washington- de que Cuba estaba fabricando armas biológicas y las estaba pasando a países “terroristas”.
“He aquí lo que sabemos: Estados Unidos considera que Cuba está llevando a cabo al menos una labor ofensiva limitada de investigación y desarrollo de guerra biológica. Cuba ha proporcionado tecnología de doble uso a otros estados renegados. Nos preocupa que esa tecnología pueda respaldar programas de armas biológicas en esos estados. Exhortamos a Cuba a que cese toda cooperación aplicable a las armas biológicas con los estados renegados y a que respete plenamente todas sus obligaciones en virtud de la Convención sobre las Armas Biológicas.”, señaló Bolton entonces ante una sorprendida audiencia que le escuchaba en la Heritage Foundation.
Pocos días después, Fidel Castro le respondería a Bolton contundentemente: “En lo que se relaciona con las armas de destrucción masiva, la política de Cuba ha sido intachable. Nunca nadie ha presentado una sola prueba de que en nuestra patria se haya concebido un programa de desarrollo de armas nucleares, químicas o biológicas. Para los que no entiendan de ética, apego a la verdad y transparencia en la conducta de un gobierno como el de Cuba, podrían comprender al menos que hacer lo contrario habría constituido una colosal estupidez. Cualquier programa de esa índole arruina la economía de cualquier pequeño país; Cuba nunca habría estado en condiciones de transportar tales armas; cometería adicionalmente el error de introducirlas en combate contra un adversario que cuenta con miles de veces más armas de ese carácter, el cual recibiría, como un regalo, el pretexto de usarlas.
“Desde el punto de vista político, vivimos en una época en la que hay y habrá cada vez armas más poderosas que cualquiera de las nacidas de la tecnología: las armas de la moral, la razón y las ideas. Sin ellas ninguna nación es poderosa; con ellas ningún país es débil. Tal apotegma requiere una motivación excepcionalmente profunda, sangre fría e inteligencia. Debiera saberse que para el pueblo cubano, por encima de cualquier otro valor sobre la Tierra, están los valores que inspiran la libertad, la dignidad, el amor a su patria, su identidad, su cultura y el más estricto sentido de la justicia que pueda concebir el ser humano. No son armas de destrucción masiva, son armas de defensa moral masiva, y estamos dispuestos a combatir y a morir por ellas.”
¿Habrá entendido el mensaje el Sr. Bolton?
En el 2014, cuando los presidente de Cuba y EEUU anuncian el inicio de una nueva etapa en las relaciones bilaterales, John Bolton declaró en un programa de radio: “Yo creo que es una tremenda derrota para los Estados Unidos. El Presidente, con su acción, ha dado legitimidad política a esta dictadura y le ha extendido un salvavidas económico al régimen precisamente en el momento en que debiéramos incrementar las presiones”.
El regreso de Bolton a posiciones de poder en la política exterior imperial augura nuevos días de amenazas y conflictos. Sobre sus proyecciones, un alto funcionario de la administración republicana dijo a El Nuevo Herald: “Para América Latina, siempre ha hecho énfasis en cómo Cuba, Venezuela y Nicaragua han socavado los intereses de Estados Unidos en toda la región”[…] “Bolton cree que Venezuela, con su crisis económica, es vulnerable y y que otros países, incluido Irán, continúan teniendo una gran influencia en su Gobierno”.
Mientras, el senador Marco Rubio mostraba su regocijo por el nombramiento del nuevo Consejero de la Casa Blanca: “Conozco bien a John Bolton, es una excelente elección y va hacer un gran trabajo como asesor de seguridad nacional”, escribió Rubio en su cuenta de Twitter.
En agosto pasado, Bolton dijo al portal de extrema derecha Breitbart que Venezuela era una amenaza para Estados Unidos y urgió a Washington a no ser “tímido” con respecto a la “dictadura” de Nicolás Maduro, llamando a apoyar más a la oposición que busca “restaurar” un gobierno representativo.
“No olvidemos que Irán tiene bastante peso en la Venezuela de Maduro y lo tuvo también durante (el gobierno de Hugo) Chávez”, dijo. “¿Por qué la embajada iraní más grande del mundo está en Caracas? Porque a través de ella están lavando dinero y porque Venezuela, junto con Canadá, tiene las mayores reservas comprobadas de uranio”.

Otro ahijado de Rubio en la OEA


Marco Rubio y Carlos Trujillo.
Cobrando los no pocos favores que Trump al parecer le debe, el senador Rubio refuerza su influencia en la actual política exterior estadounidense al lograr nombrar como Embajador de Estados Unidos en la OEA al exrepresentante estatal de la Florida Carlos Trujillo.
“Carlos ha servido a sus electores de manera diligente en la cámara baja de Florida durante los últimos ocho años y sé que hará lo mismo como representante del pueblo estadounidense en la OEA”, indicó Marco Rubio en un comunicado, al ser el encargado de informar el nombramiento.
Trujillo se convierte así en voz preminente de la política de la administración Trump hacia América Latina, una vez que todavía el Congreso no ha confirmado a Kimberly Breier como subsecretaria de Estado para el hemisferio occidental.
Junto al hipócrita de Almagro hará buena dupla en la OEA para conducir los intereses imperiales en nuestra región. Trujillo ha expresado que Venezuela es la prioridad de su gestión.
América Latina vivirá momento de redefiniciones de su relación con Estados Unidos en la muy próxima Cumbre de las Américas. Allí Trump acudirá rodeado de toda esta banda de halcones, herederos de la doctrina Monroe. Tiempos borrascosos se aproximan. CUBADEBATE

jueves, 22 de marzo de 2018

Claves para comprender la Sociedad Civil Cubana

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Es probable que algunas personas no comprendan el significado de Sociedad Civil Cubana, incluso pudieran pensar que no pertenencen a esa categoría. Para todos ellos va este artículo.
– ¿Qué es la sociedad Civil?
– Designa a la diversidad de personas que, con categoría de ciudadanos y generalmente de manera colectiva, actúan para tomar decisiones en el ámbito público que consideran a todo individuo que se halla fuera de las estructuras gubernamentales. Se concibe como el espacio de vida social organizada que es voluntariamente autogenerada, independiente, autónoma del estado y limitada por un orden legal o juego de reglas compartidas. Involucra a ciudadanos actuando colectivamente en una esfera pública para expresar sus intereses, pasiones e ideas, intercambiar información alcanzando objetivos comunes.
– ¿Qué se entiende por sociedad civil cubana?
– La sociedad civil cubana es la base del sistema político cubano. Ambos trabajan en el tránsito por una sociedad más justa y mejor. Si el sistema político tiene el poder del Estado y el Gobierno, la sociedad civil es protagonista también en actividades políticas, como la votación por la Constitución, participa a través de consultas en la toma de decisiones de envergadura, en tanto los ciudadanos postulan y eligen a los miembros de los cuerpos legislativos, así como su pertenencia o no a organizaciones políticas; porque el ciudadano y el miembro del pueblo cubano actúa en las esferas económicas, sociales, cotidianas, como actores de la sociedad civil.
– ¿Todos los cubanos somos la sociedad civil en Cuba?
– Nuestra sociedad civil está compuesta por elementos como las instituciones familiares, la escuela, los medios de comunicación, las iglesias, los sindicatos y las ONG. Estas dos últimas son, de consenso, reconocidas tanto en las ciencias políticas de occidente como en el enfoque sur, como organizaciones estatales.
Desde el enfoque sur, todos los individuos registrados o no, productivos o no, forman parte de la sociedad civil donde se incluyen los indios, los desempleados, los pobres, es decir, los individuos realmente existentes; en la concepción occidental no están presentes y la sociedad civil solo se refiere a aquellos que han logrado una capacidad de organización.
El Estado y la sociedad civil no son dos conjuntos de cosas físicas, sino que forman parte de una totalidad que es la formación social, en esa totalidad las instituciones estatales y las de la sociedad civil no son dos bloques opuestos, sino se interrelacionan. Ejemplo de ello es el candidato a la Asamblea del Poder Popular de una circunscripción, que es un representante de la comunidad, pero al convertirse en candidato comienza a formar parte del sistema político y de la propia institución del poder estatal.
Los miembros del Partido Comunista de Cuba (PCC) como organización política que suman tres cuartos de millón, representan a todos los sectores de la sociedad con visiones e intereses sociales diferentes, de manera que las demandas y los planteamientos de esos miembros del PCC están recogiendo visiones de distintos grupos de la sociedad civil que se transmiten hacia arriba y llegan a la máxima dirección política, que se articula con el poder del Estado. Es decir que el Partido desde arriba es una institución política y desde abajo es sociedad civil.
Cuando se mira la política no solo como expresión de aparatos de Gobierno sino como respuesta a la presión social, se puede entender que la lógica del proceso de cambios que recoge la actualización del modelo económico no se limita a cambios económicos. También responde a demandas que buscan soluciones a problemas de naturaleza política. Cuando el Partido acuerda en el VI y VII Congresos una política de descentralización, respondiendo a un reclamo de abajo, está redistribuyendo el poder político, al ceder poder de decisión y atribuciones al nivel local.
– La Sociedad Civil cubana es autónoma del Estado ¿Significa que tiene que ser una oposición al Estado? ¿Un contrapeso? ¿Un complemento?
– La sociedad política y civil conforman el mismo sistema político que tiene como objetivo su reproducción, por supuesto que con sus diferencias -que pueden ser totales o parciales-, porque la sociedad civil reclama siempre del Gobierno y el Estado lo que les interesa en un momento dado. Pero un determinado sistema político siempre busca su conservación y su reproducción. Solo en momento de oposición extrema, elementos de la sociedad civil o la sociedad civil en su conjunto se oponen al Estado.
Pero a pesar de sus diferencias hay que recordar que incluso Gramsci planteó que en última instancia el Estado y la sociedad civil son una misma cosa. Pero atención, eso no quiere decir que no mantenga su relativa independencia.
Por supuesto, el Estado tiene instrumentos de poder para incidir dentro de la sociedad civil que pueden ser socializadores o coactivos. Ahora bien, no necesariamente las organizaciones integrantes de la sociedad civil tienen que oponerse al Estado; es más, en América Latina muchas organizaciones apoyan proyectos del Estado, organizaciones tanto internas financiadas por el propio Gobierno o por otras organizaciones internacionales. Esto genera otro asunto, que es la sociedad civil internacional que no es motivo de este debate.
En la sociedad civil cubana aparecen grupos pequeños que son opuestos al sistema político. Suponemos que en defensa de sus intereses, muy específicos y particulares porque no es posible que un ser humano pueda oponerse a que sus connacionales sean atendidos desde antes de su nacimiento; que la educación sea gratuita para todos los cubanos; que además, esta nación haya desarrollado la solidaridad hasta el punto que, desde su formación, ha sido solidaria con el progreso de otros países, a los cuales ha extendido el combate contra el analfabetismo y en general por la educación; que ha auxiliado a otros en la salud y que puede considerarse defensora de la libertad a nivel global cuando nuestro pueblo ha luchado contra el Apartheid, por integrantes de la sociedad política y de la sociedad civil.
En esos propósitos humanos ha coincidido nuestro Estado y los miembros de la sociedad civil que han concurrido voluntariamente a esas tareas. Esta es una prueba de la legitimidad que otorga la sociedad civil a nuestro Estado y Gobierno.
– ¿Cuáles son las condiciones para que una organización o asociación pueda tener acceso al registro de Asociaciones de Cuba?
– Existe un grupo de requisitos que están recogidos con la Ley de Asociaciones, por los cuales deben regirse los iniciadores o fundadores, que es como se denomina a las personas que tengan interés en constituirlas. Estos deben presentar su solicitud ante el órgano u organismo estatal que fungirá como su órgano de relación de ser aprobada de acuerdo con los objetivos y fines que motiven la creación de una asociación.
Este organismo de relación se imbrica con los objetivos y fines que persiga ese grupo ante su constitución porque como se comentaba al inicio las sociedades civiles no están aisladas del Estado.
La Ley expresa que, si existe una asociación registrada con personalidad jurídica, con objetivos y fines específicos no se puede repetir en otra. Se trata de que no existan varias organizaciones ejecutando los mismos objetivos y fines, sino una sola que agrupe a todo el que quiera voluntariamente trabajar bajo esos fines. La Ley es bastante específica en estos y es uno de sus requisitos.
(Tomado de Cubahora)

martes, 20 de marzo de 2018


Chris Simmons, el charlatán de turno de la guerra mediática anticubana


Por Percy Francisco Alvarado/Descubriendo Verdades
Poco tiempo dedicaré esta vez al señor Chris Simmons del que ya he escrito en dos trabajos anteriores: “Chris Simmons, de caza “espías” a fabricante de historietas” y “Entrevista exclusiva con Chris Simmons, ex coronel de la DIA. Su percepción manipulada de Cuba”, donde mis lectores pueden conocer de primera mano su dudosa veracidad en cuanto a asuntos relacionados con un supuesto y persistente espionaje cubano en EEUU. Personalmente no me sorprende que salga de su ostracismo y pérdida de protagonismo para buscar como relanzar mediáticamente a su figura.
En esta oportunidad ha salido a la palestra pública –sin mostrar una muestra de sensatez y cordura, sumándose a la guerra mediática anticubana que lo conduce a un cuestionable ridículo– para inventar otra de sus ya descabelladas falacias, nada menos que empleando a la subversiva Martínoticias como vocera. La nueva patraña de Simmons se reduce a que Cuba obtiene pingües ganancias mediante la venta de secretos sobre USA a otras naciones, sugiriendo a Corea del Norte, Irán, Rusia y China, entre otros, llegando a superar estos ingresos a los que la Isla obtiene mediante el turismo. Tamaña falacia la de este personaje.
Abocado en generar una histeria anticubana en Miami, Simmons miente cuando dice tener conocimiento de que Cuba tiene más de 200 agentes en EEUU, entre los cuales 50 actuarían en la citada ciudad floridana, con la misión de espiar a los miembros de la comunidad y a entidades gubernamentales norteamericanas, tales como la sede del Comando Sur, en el Doral, y el Comando Central, en Tampa, dedicado a la lucha global contra el terrorismo. Asimismo especula sobre actividades de espionaje de la embajada cubana en Washington, la misión cubana ante la ONU, en Nueva York, y un inventado centro de espionaje supuestamente cercano al río Mississippi.
Como era de esperarse, Simmons tilda a la oficina de la agencia Prensa Latina, abierta en el pasado abril de 2017, como “entidad al servicio de un gobierno extranjero porque en realidad responde y sirve a los intereses de otro país”.
Hoy Simmons, descaradamente, pasadas sus glorias, dedicase tan solo a especular, inventar historias y fake news, a cambio de un poco de dinero y de dudoso impacto mediático.

Las nuevas dictaduras latinoamericanas

El ascenso autoritario
La radicalización reaccionaria de los gobiernos de países como Paraguay, Argentina, Brasil, México u Honduras comienza a generar la polémica en torno de su caracterización.
Ninguno de esos regímenes ha sido el resultado de golpes de estado militares, en los casos de Brasil, Honduras o Paraguay la destitución de los presidentes fue realizada (parodia constitucional mediante) por el poder legislativo en combinación más o menos fuerte con los poderes judicial y mediático. En Brasil la Presidencia pasó a ser ejercida por el vicepresidente Temer (ungido por un golpe parlamentario) cuyo nivel de aceptación popular según diversas encuestas rondaría apenas el 3 % de los ciudadanos. En Paraguay ocurrió lo mismo, y el presidente destituido fue remplazado por el vicepresidente a través de un procedimiento parlamentario express y luego fueron realizada elecciones presidenciales que consagraron a Horacio Cartes un personaje de ultraderecha claramente vinculado al narcotráfico.
En Honduras se realizaron elecciones presidenciales en noviembre 2017[1], la “Alianza de Oposición contra la Dictadura” había ganado claramente pero el gobierno haciendo honor al calificativo con que lo había marcado la oposición consumó un fraude escandaloso afirmando así la continuidad del dictador Juan Orlando Hernandez.
Un caso por demás curioso es el de Argentina donde se realizaron en 2015 elecciones presidenciales en medio de una avalancha mediática, económica y judicial sin precedentes contra el gobierno y favorable al candidato derechista Maurizio Macrì. El resultado fue la victoria de Macrì por escaso margen quien apenas asumió la presidencia avanzó sobre los otros poderes del estado logrando al poco tiempo de hecho la suma del poder público. Si a esa concentración de poder le agregamos el control de los medios de comunicación y del poder económico nos encontramos ante una pequeña camarilla con una capacidad de control propia de una dictadura. Completa el panorama el comportamiento cada vez más represivo del gobierno que por primera vez desde el fin de la dictadura militar en 1983 ha decidido la intervención de las Fuerzas Armadas en conflictos internos mediante la constitución de una “fuerza militar de despliegue rápido” integrada por efectivos del Ejército, la Marina y la Aeronáutica y la conformación de una fuerza operativa conjunta con la DEA utilizando la excusa de la “lucha contra el narcotráfico y el terrorismo[2]. De ese modo Argentina se incorpora a una tendencia regional impuesta por los Estados Unidos de reconversión convergente de las Fuerzas Armadas convencionales, las policías y otras estructuras de seguridad en policias-militares capaces de “controlar” a las poblaciones de esos países. No siguiendo el viejo estilo conservador-cuartelario inspirado en la “doctrina de seguridad nacional” sino estableciendo espacios sociales caóticos inmersos en el desastre, precisamente atravesados por el narcotráfico (promovido, manipulado desde arriba) y otras formas de criminalidad disociadora siguiendo la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación.
En México como sabemos se suceden los gobiernos fraudulentos inmersos en una creciente ola de barbarie y en Colombia la abstención electoral tradicionalmente mayoritaria llegó recientemente a cerca de dos tercios del padrón electoral[3] adornada por un muy publicitado “proceso de paz” que logró la rendición de las FARC asegurando al mismo tiempo la preservación de la dinámica de saqueos, asesinatos y concentración de ingresos que caracteriza tradicionalmente a ese sistema. En estos dos casos no nos encontramos ante algo “nuevo” sino frente a regímenes relativamente viejos que fueron evolucionando hasta llegar hoy a constituir verdaderos ejemplos exitosos de aplicación de las técnicas más avanzadas de desintegración social. La tragedia de esos países muestra el futuro que aguarda a los recién llegados al infierno.
El panorama queda completado con las tentativas de restauración reaccionaria en Bolivia y Venezuela. En el caso venezolano la intervención directa de Estados Unidos busca recuperar (recolonizar) la mayor reserva petrolera del mundo en momentos en que el reinado del petro-dolar (fundamento de la hegemonía financiera global del Imperio) entra en declinación rápida ante el ascenso de China (el mayor comprador internacional de petróleo) que busca imponer su propia moneda respaldada por oro (el petro-yuan-oro) en alianza presisamente con Venezuela y otros gigantes del sector energético como Rusia e Irán.
En Bolivia el aparato de inteligencia imperial realiza una de sus manipulaciones de manual inspirada en la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación. Pone en acción sus apéndices mediáticos locales y globales intentando desplegar la histeria (en este caso racista) de franjas importantes de las clases medias blancas y mestizas contra el presidente indio. Aquí no solo se trata de barrer a un gobierno progresista sino de apropiarse de las reservas de litio, las mayores del mundo (según distintas prospecciones Bolivia contaría con aproximadamente el 50 % de las reservas de litio del planeta), pieza clave en la futura reconversión energética global.
Principales características
Las actuales dictaduras tienen todas la característica de presentar una imagen civil con apariencia de respeto a los preceptos constitucionales, manteniendo un calendario electoral con pluralidad de partidos y demás rasgos de un régimen democrático de acuerdo a las reglas occidentales. Por otra parte no nos encontramos ante mecanismos explícitos de censura y aunque marginales o en posiciones muy secundarias se escuchan algunas voces divergentes. Los prisioneros políticos pasan casi siempre por los juzgados donde los jueces los condenan de manera arbitraria pero aparentando apoyarse en las normas legales vigentes. Los asesinatos de opositores son minimizados u ocultados por los medios de comunicación y quedan por lo general envueltos por mantos de confusión que diluyen las culpas estatales amalgamando de manera sistemática los crímenes políticos con las violencias policiales contra pobres y pequeños delincuentes sociales y represiones a las protestas populares
Esa máscara democrática, prolijamente desprolija, resulta ser lo que es: una máscara, cuando constatamos que los medios de comunicación convertidos en un instrumento de manipulación total de la población están controlados por monopolios como el grupo Clarín en Argentina, O Globo en Brasil o Televisa en México cuyos propietarios forman parte del estrecho círculo del Poder. O cuando llegamos a la conclusión de que el sistema judicial está completamente controlado por ese círculo del que participan los principales intereses económicos (transnacionalizados) manejando a discreción al aparato policial-militar. Y que en consecuencia los partidos políticos significativos, los medios de comunicación, las grandes estructuras sindicales y otros espacios de potencial expresión de la sociedad civil están estratégicamente controlados (más allá de ciertos descontroles tácticos) mediante una embrollada maraña de represiones, chantajes, crímenes selectivos, abusos judiciales, bombardeos mediáticos apabullantes disociadores o disciplinadores y fraude electoral más o menos descarado según el problema concreto a resolver.
El nuevo panorama ha provocado una notable crisis de percepción donde la realidad choca con principios ideológicos, conceptualizaciones y otras componentes de un “sentido común” heredado del pasado. No somos víctimas de un rígido encuadramiento de la población con pretensiones totalitarias explícitas anulando toda posibilidad de disenso, buscando integrar al conjunto de la sociedad a un simple esquema militar, sino ante sistemas flexibles, en realidad embrollados, que no intentan disciplinar a todos sino más bien desarticular, degradar a la sociedad civil convirtiéndola en una víctima inofensiva, apabullada por la tragedia.
No se presentan proyectos nacionales desmesurados, propios de los militares “salvadores de la patria” de otros tiempos o imágenes siniestras como la de Pinochet, ni siquiera discursos hiper optimistas como el de los globalistas neoliberales de los años 1990 o personajes cómicos como Carlos Menem, sino presidentes sin carisma, por lo general torpes, aburridos repetidores de frases banales preparadas por los asesores de imagen que conforman una red regional globalizada de “formadores de opinión” made in USA.
En suma, las dictaduras blindadas y triunfalistas del pasado parecen haber sido reemplazadas por dictaduras o protodictaduras grises que ofrecen poco y nada montadas sobre aplanadoras mediáticas embrutecedoras. Siempre por detrás (en realidad por encima) de estos fenómenos se encuentran el aparato de inteligencia de los Estados Unidos y los de algunos de sus aliados. La CIA, la DEA, el MOSSAD, el M16 según los casos manipulan los ministerios de seguridad o de defensa, los de relaciones exteriores, las grandes estructuras policiales de esos regímenes vasallos y diseñan estrategias electorales fraudulentas y represiones puntuales.
Capitalismo de desintegración
Se forjan así articulaciones complejas, sistemas de dominación donde convergen élites locales (mediáticas, políticas, empresarias, policial-militares, etc.) con aparatos externos integrantes del sistema de poder de los Estados Unidos.
Estas fuerzas dominan sociedades marcadas por lo que podría ser calificado como “capitalismo de desintegración” basado en el saqueo de recursos naturales y la especulación financiera, y la creciente marginación de población, radicalmente diferente de los viejos capitalismos subdesarrollados estructurados en torno de actividades productivas (agrarias, mineras, industriales). No es que en los viejos sistemas no existiera el saqueo de recursos ni el bandidaje financiero, en algunos momentos y países ocupaban el centro de la escena pero en el largo plazo y en la mayor parte de los casos quedaban en un segundo plano. La superexplotación de la mano de obra y el acaparamiento de las ganancias productivas aparecían como los principales objetivos económicos directos de aquellas dictaduras.
Tampoco es cierto que ahora las élites dominantes se desinteresen de los salarios o de la propiedad de la tierra, por el contrario desarrollan una amplio abanico de estratagemas destinadas a reducir los salarios reales y adueñarse de territorios, ya que si en los viejos capitalismos no existía solamente producción sino también especulación y saqueo, en los actuales la base productiva, en retracción a causa del pillaje desmesurado, sigue siendo una fuente importantisima de beneficios. Sin embargo su preservación, su reproducción en el largo plazo no está en el centro de las preocupaciones cotidianas de las élites atrapadas psicológicamente por la dinámica parasitaria de la especulación financiera y su entorno de negocios turbios.
Entre otras cosas porque en el actual imaginario burgués ha desaparecido el largo plazo, sus operaciones más importantes están regidos por el corto plazo lumpecapitalista. En el saqueo de recursos naturales a través de la megaminería a cielo abierto, de la extracción de gas y petróleo de esquisto o de la agricultura basada en transgénicos, se utilizan tecnologías orientadas por la velocidad del ritmo financiero al servicio de gente que no tiene tiempo ni interés para dedicarse a temas tales como la salud de la población afectada, el equilibrio ambiental y otras áreas impactadas por los “daños colaterales” del éxito empresario (financierización del cambio tecnológico, la cultura técnica dominante como auxiliar del saqueo).
Estos capitalismos de desintegración son conducidos por élites que pueden ser caracterizadas como lumpenburguesías, burguesías principalmente parasitarias, transnacionalizadas, financierizadas, oscilando entre lo legal y lo ilegal, crecientemente alejadas de la producción. Son inestables no por accidentes de la coyuntura sino por su esencia decadente. Por encima de ellas se encuentran las grandes potencias y sus élites embarcadas desde hace tiempo en el camino de la degradación, en un planeta donde los productos financieros derivados representaban a fines de 2017 unas siete veces el Producto Bruto Global, donde la deuda global total (pública más privada) era de casi tres veces el Producto Bruto Global, donde solo cinco grandes bancos estadounidenses disponían de “activos financieros derivados” por unos 250 billones de dólares (13 veces el Producto Bruto Interno de los Estados Unidos), donde sumadas las ocho personas más ricas del mundo disponen de una riqueza equivalente al 50 % de la población mundial (los más pobres).
La formación y encumbramiento de esas élites latinoamericanas son el resultado de prolongados procesos de decadencia estructural y cultural, de un subdesarrollo que incluyó hace ya varias décadas componentes parasitarias que se fueron adueñando del sistema, lo fueron carcomiendo, envenenando, pudriendo, siguiendo la lógica sobredeterminante del capitalismo global, no de manera mecánica sino imponiendo especificidades nacionales propias de cada degeneración social.
Por debajo de esas élites aparecen poblaciones fragmentadas, con trabajadores integrados desde el punto de vista de las normas laborales vigentes separados de los trabajadores informales, precarios. Con masas crecientes de marginales urbanos, de pobres e indigentes estigmatizados por los medios de comunicación, despreciados por buena parte de las clases integradas que se van achicando en la medida en que avanzan los procesos de concentración económica y pillaje de riquezas.
No se trata entonces de espacios sociales estancados, segmentados de manera estable sino de sociedades sometidas a la reproducción ampliada de la rapiña elitista transnacionalizada, a la sucesión interminable de transferencias de ingresos de abajo hacia arriba y hacia el exterior, a la degradación ascendente de la calidad de vida de las clases bajas pero también de porciones crecientes de las capas medias.
Algunos autores se refieren al fenómeno calificándolo de “neoliberalismo tardío[4], algo así como un regreso a los paradigmas ideológicos neoliberales que tuvieron su auge en los años 1990 pero en un contexto global desfavorable a ese retorno (ascenso del proteccionismo comercial, declinación de la unipolaridad en torno de los Estados Unidos, etc.). Nos encontraríamos entonces frente a una aberración histórica, un contrasentido económico y geopolítico protagonizado por círculos dirigentes empecinados en su subordinación al Imperio norteamericano, interrumpiendo la marcha normal, racional, progresista y despolarizante que predominaba en América Latina. Las derechas latinoamericanas se encontrarían embarcadas en un proyecto a contramano de la evolución del mundo.
Pero ocurre que el mundo no se encamina hacia una nueva armonía, un nuevo ciclo productivo, sino hacia la profundización de una crisis de larga duración, iniciada hace casi medio siglo. La misma se caracteriza entre otras cosas por la declinación tendencial de las tasas de crecimiento de las economías capitalistas centrales tradicionales y la hipertrofia financiera (financierización de la economía global) impulsando el quiebre de normas, legitimidades institucionales y equilibrios socioculturales que aseguraban la reproducción de la civilización burguesa más allá de las turbulencias políticas o económicas. La mutación parasitaria-depredadora del capitalismo tiene como centro a Occidente articulado en torno del Imperio norteamericano pero envuelve al conjunto de la periferia y también afecta a potencias emergentes como China o Rusia muy dependientes de sus exportaciones donde los mercados de Europa, Estados Unidos y Japón cumplen un papel decisivo. Así es como la tasas de crecimiento del Producto Bruto Interno de China se vienen desacelerando y la economía rusa oscila entre la recesión, el estancamiento y el crecimiento anémico.
Un aspecto esencial de la nueva situación global es el carácter abiertamente devastador de las dinámicas agrarias, mineras e industriales motorizadas tanto por la potencias tradicionales como por las emergentes, cuyos efectos han dejado de ser una borrosa amenaza futura para convertirse en un desastre presente que se va amplificando año tras año.
Todo ello nos debería llevar a la conclusión de que los regímenes reaccionarios de América Latina no tienen nada de tardío, de desactualizado, de desubicación histórica sino que son la expresión de la podredumbre radical de sus élites, de su mutación parasitaria enlazada con un fenómeno global que las incluye. Lo que nos permite descubrir no solo la fragilidad histórica, la inestabilidad de esas burguesías, tan prepotentes y voraces como enfermas, sino también las vanas ilusiones progresistas negadoras de la realidad, que al calificar de tardío al lumpencapitalismo dominante lo marcan como anormal, anómalo, a destiempo, alentando la esperanza del retorno a la “normalidad” de un nuevo ciclo de prosperidad en la región, más o menos keynesiano, más o menos productivo, más o menos democrático, más o menos razonable, ni muy derechista ni muy izquierdista, ni tan elitista ni tan populista. El sujeto burgués de ese horizonte burgués fantasioso solo está en su imaginación, la marcha real del mundo lo ha convertido en un habitante fantasmagórico de la memoria. Mientras tanto los grandes “empresarios”, los círculos concretos de poder, participan de cuerpo y alma en la orgía de la devastación, tan desinteresados en el largo plazo y el desastre social y ambiental como en la racionalidad progresista (a la que consideran un estorbo, una traba populista al libre funcionamiento del “mercado”).
Reacciones populares y profundización de la crisis
La gran incognita es la que se refiere al futuro comportamiento de las grandes mayorías populares que fueron afectadas tanto desde el punto de vista económico como cultural por la decadencia del sistema. Las élites pudieron aprovechar la desestructuración, las irracionalidades sociales generadas por un fenómeno perverso que atravesó tanto las etapas derechistas como las progresistas. Durante los períodos de gobiernos de derecha civiles o militares promoviendo y garantizando privilegios y abusos de todo tipo, afirmando un “sentido común“ egoísta, disociador, subestimador de identidades culturales solidarias. Pero cuando llegaron las experiencias progresistas esas élites utilizaron la degradación social existente, la fragmentación neoliberal heredada (enlazada en algunos casos con tradiciones de marginación muy enraizadas) impulsando irrupciones racistas, neofascistas de las capas medias extendidas a veces hasta espacios medio-bajos donde se mezclan el pequeño comerciante con el asalariado integrado (en consecuencia por encima del marginado, del precario).
Vimos así en Brasil, Argentina, Bolivia o Venezuela movilizaciones histéricas de clases medias urbanas neofascistas exigiendo las cabezas de los gobernantes “populistas”, manipuladas por los medios de comunicación y los poderes económicos que el progresismo había respetado como parte de su pertenencia al sistema (admitida abiertamente, silenciada o negada de manera superficial o insuficiente).
Ahora las llamadas restauraciones conservadoras o derechistas no están restaurando el pasado neoliberal sino instaurando esquemas de devastación nunca antes vistos. Pudieron triunfar gracias a las limitaciones y desinfles de progresismos acorralados por las crisis de sistemas que ellos pretendían mejorar, reformar o en algunos casos superar de manera indolora, gradual, “civilizada”.
Pero las crisis nacionales no se detienen, por el contrario son incentivadas por los comportamientos saqueadores de las derechas gobernantes que siguen practicando sus tácticas disociadoras, de embrutecimiento colectivo, buscando generar odio social hacia los pobres. Los medios de comunicación trabajan a pleno detrás de esos objetivos y como la declinación económica avanza empujada por las políticas oficiales y por la marcha de la crisis global, las manipulaciones mediáticas comienzan a demostrarse impotentes ante la marea ascendente de protestas populares. La virtualidad del marketing neofascista empieza a ser desbordado por la materialidad de las penurias no solo de los pobres sino también de capas medias que se van empobreciendo. Males materiales que al amplificarse les abren la puerta a la rebeldía de quienes nunca fueron engañados y de los que han sido embaucados. Es así como en Brasil el repudio popular al gobierno de Temer es abrumador o en Argentina la imagen edulcorada de Macri se va diluyendo velozmente mientras se extienden las protestas populares.
La represión, la militarización de los gobiernos de derecha aparece entonces como alternativa de gobernabilidad, las dinámicas dictatoriales de esos regímenes van engendrando dispositivos policial-militares con la esperanza de controlar a los de abajo, van funcionando con cada vez mayor intensidad los mecanismos de “cooperación hemisférica”: operaciones conjuntas con la DEA, suministro de armamento y capacitación para el control de protestas sociales, multiplicación de estructuras represivas nacionales y regionales monitoreadas desde los Estados Unidos.
Se trata de un combate con final abierto entre fuerzas sociales que buscan sobrevivir y que al hacerlo pueden llegar a engendrar vastos movimientos de regeneración nacional, radicalmente antisistémicos y élites degradadas e inestables, dependientes del amo imperial (que se reserva el derecho a la intervención directa, si las circunstancias lo requieren y permiten), animadas por un nihilismo portador de pulsiones tanáticas.