lunes, 3 de septiembre de 2018

La democracia socialista cubana (Parte II +Video)

Por Miguel Angel García Alzugaray
Elecciones en Cuba 1
Texto relacionado:
Cuba está en condiciones de ofrecer en su propia experiencia, una vía democrática de ejercicio del poder viable en el país por las condiciones políticas y culturales que ha cultivado durante el período revolucionario, que teniendo como fundamento el ejercicio directo del poder por el pueblo, se convierte en paradigma socialista
El objetivo fundamental del sistema socialista cubano es que todo ciudadano se sienta y se sepa pueblo, parte fundamental de la sociedad, en igualdad de condiciones y oportunidades. En Cuba existe un proceso profundo de transformación de la sociedad que fue sentando las bases para, sobre esa nueva realidad, crear un verdadero sistema representativo democrático.
La participación ciudadana en Cuba
La participación ciudadana constituye un componente esencial que evidencia la democracia socialista en Cuba. La participación constituye una necesidad del ser humano en cualquier sociedad organizada, y por esto se fue convirtiendo en un valor social, en un derecho y deber ciudadano. En nuestro país, antes del triunfo revolucionario el 1ro de enero de 1959, era violado constantemente por los gobiernos de turno, que se encargaban con su actuación de limitar la participación de la mayoría del pueblo en las decisiones de carácter social y político. Con el triunfo revolucionario en 1959, el proceso de transformaciones emprendido por el pueblo cubano, potenció una sólida, amplia y representativa participación ciudadana en contraposición con lo que sucedía en el país antes de dicha fecha en la que prevalecía la explotación y el desamparo. Antes de 1974, otras tareas más apremiantes en el plano económico y en el de la defensa del país habían impedido dedicar suficiente atención al problema de la institucionalización de la participación de las masas en los asuntos del Estado, a pesar de ello el pueblo no dejaba de discutir y aprobar las leyes de forma masiva. La aprobación de la Primera y Segunda Declaración de La Habana son ejemplos de ello.
A mediados de 1974 se dio un paso que abrió un nuevo camino en la organización del Estado cubano y en la instrumentación de la base para institucionalizar el ejercicio más amplio de la democracia socialista. El paso fue la instauración del Poder Popular en la provincia de Matanzas, de forma experimental. Dicha experiencia demostró lo determinante que es la participación de las masas, por vía institucional en los asuntos estatales, en la búsqueda de soluciones para los problemas que afectan la comunidad. Posteriormente, en 1976, con la instauración nacional de los órganos de Poder Popular se logró el paso decisivo, fundamentalmente, para estructurar nuestro Estado ajustado a los principios del régimen socialista. El Poder Popular es la forma más democrática de gobierno que pueda concebirse, es realmente la institución a través de la cual se hace posible la mayor participación de las masas directamente en la solución de los problemas.
¿Cuáles son actualmente las formas en que las masas participan en los asuntos y decisiones estatales?
  • La participación en las elecciones de los miembros de los órganos del Poder Popular.
  • La participación en las reuniones donde los delegados rinden cuenta de su actividad y donde el pueblo expone sus preocupaciones o intereses.
  • La revocación de los delegados cuando no cumplen su cometido.
  • La participación en las comisiones de trabajo de los órganos del Poder Popular.
  • La participación en la elaboración y aprobación de los planes económicos en las empresas.
  • La discusión colectiva de las leyes antes de su promulgación y vigencia.
  • El apoyo a la Revolución en los actos políticos y otras actividades.
  • La defensa del país y de las conquistas de la Revolución con las armas en la mano.
La consolidación de la democracia en el proyecto de Constitución
En el proyecto de la nueva Carta Magna, la democracia encuentra su primer fundamento constitucional en el artículo 1 de la Constitución de la República cuando establece:
ARTÍCULO 1. Cuba es un Estado socialista de derecho, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad y la ética de sus ciudadanos, que tiene como objetivos esenciales el disfrute de la libertad política, la equidad, la justicia e igualdad social, la solidaridad, el humanismo, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva.
Esta afirmación es reforzada por el ARTÍCULO 10.que establece que: En la República de Cuba la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. El pueblo la ejerce directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan, en la forma y según las normas fijadas por la Constitución y las leyes.
De hecho, este postulado constitucional evidencia la concepción democrática del poder con doble carácter: participativo al establecer la posibilidad de su ejercicio directo y representativo cuando se ejerce a través de los órganos representativos y de poder.
La participación puede entenderse entonces, como fundamento constitucional, como un derecho y como un deber. Como un derecho en la medida en que es una vía directa de ejercicio del poder político que disfruta el pueblo como soberano y fortalece la calidad de ciudadano. Es también un deber en mi opinión, entendida como expresión del bien de la sociedad en su conjunto que para realizarse necesita del actuar de los ciudadanos como miembros de la colectividad. No se trata de individuos participando aisladamente con intereses diferentes, individuales o de grupos particulares, sino de defender la voluntad común por vías participativas.
El que participa no se convierte, por supuesto, en funcionario, ni tampoco en un colaborador benévolo o interesado. El que participa actúa como ciudadano preocupado por el interés general y no como interesado personal y directo.
La norma constitucional cubana expresamente regula la participación como vía de ejercicio del poder y al pueblo como su exponente, al residir en él la soberanía.
La forma que adquiere la democracia conforme la legislación cubana se encuentra definida en los principios de organización y funcionamiento del Estado cubano. Incluye la unidad de poder, el centralismo democrático, el control y la participación en el ejercicio del poder, a partir de la elección, la rendición de cuentas de los elegidos a los electores, la renovación de los órganos y la posibilidad de su revocación, la obligatoriedad de los órganos inferiores de cumplir las disposiciones de los superiores, la subordinación de los inferiores a los órganos superiores, el control y la subordinación de la minoría a la mayoría.
La democracia puede explicarse desde el mismo proceso electoral con el fundamento constitucional del artículo 199, que establece el derecho de todos los ciudadanos con capacidad legal para ello de intervenir en la dirección del Estado, bien directamente o por medio de sus representantes elegidos para integrar los órganos del poder popular, y a participar, con ese propósito, en la forma prevista en la ley, en las elecciones periódicas y referendos populares, que serán de voto libre, igual y secreto.
ARTÍCULO 199. Todos los ciudadanos, con capacidad legal para ello, tienen derecho a intervenir en la dirección del Estado, bien directamente o por intermedio de sus representantes elegidos para integrar los órganos del Poder Popular y a participar, con ese propósito, en la forma prevista en la ley, en elecciones periódicas, plebiscitos y referendos populares, que serán de voto libre, igual, directo y secreto.
Pero no se detiene en el proceso electoral, el control popular es también una vía democrática, que debe realizarse principalmente a través de las reuniones de rendición de cuenta de los delegados a los electores, sobre la base de que la representación aunque entraña una participación mediada, en tanto indirecta, debe tener en cuenta la opinión pública que representa.
En el sistema del Poder Popular cubano se debe asumir en lo que tiene de positivo y democrático el mandato imperativo, el representante, representa la voluntad de aquellos que lo han elegido, y debe cumplir con los requerimientos en la medida de sus posibilidades concretas de gestión y resultados, pero debe rendir cuenta de su actuar. No procura intereses particulares, inserta éstos en los intereses de la colectividad. Este tipo de mandato encuentra su correlato en la institución de la revocación.
La revocación es una institución imprescindible si mantenemos el principio de la democracia como poder popular, en tanto el control y la posibilidad de exigir responsabilidades reflejan el poder y su alcance popular.
Participación y Municipio
La participación como vía democrática cobra fuerza y viabilidad sobre todo en los municipios, por ser éstos los niveles institucionalizados, donde mejor se expresa la relación Estado – individuo.
Los municipios constituyen el nivel inferior desde el punto de vista territorial y funcional, en un sistema de distribución vertical del poder. Como parte esencial de la organización política del Estado están más cerca de los electores y por ello se erigen como la expresión más real y verdadera de participación ciudadana, posibilitando el debate y el control de la gestión.
En la República de Cuba existe una tradición municipal de importancia considerable que impone en la actualidad la consolidación y desarrollo del municipio como gestor del desarrollo local y su perfeccionamiento en aras de la democracia.
Al respecto, en el proyecto de la nueva Constitución los municipios adquieren mayor relevancia a partir del reconocimiento de su autonomía, la que ejercen en correspondencia con los intereses de la nación.
Resumiendo lo expuesto podemos afirmar que un aspecto fundamental de toda democracia, es, que en la Constitución se plasmen todos los derechos primordiales y obligaciones de todo ciudadano de la nación. Hay cosas del sistema nuestro que son tan naturales, vivimos con ellas de un modo tan normal, que quizás no nos damos cuenta de la importancia que tienen. Entre esas cosas se encuentran muchos de nuestros derechos y deberes ciudadanos. Todo lo que hace la Revolución en materia de educación y de cultura, debe conducir a un pueblo más capaz de ser protagonista, de intervenir creadoramente en el gobierno de la sociedad y de perfeccionar los mecanismos.
En la medida en que el pueblo es más culto, más consciente, y por tanto, más libre, será un sistema que alcanzará niveles superiores de perfección. No podemos pensar que hemos llegado a la perfección y que no hay cosas que mejorar. Precisamente eso es parte de nuestra batalla, pero están sentadas las bases para que nuestro pueblo, con su participación real, haga perdurable e intocable la soberanía, la justicia social y el Socialismo.
Como se plantea en las consideraciones finales de la introducción al análisis del Proyecto de Constitución de la República, el proceso de consulta que se desarrolla, es expresión del carácter democrático y participativo del Estado revolucionario y constituye un ejercicio del poder soberano del pueblo, devenido este en órgano constituyente de la nación, lo que nos distingue favorablemente de otros procesos desarrollados en diversos países.

La democracia socialista cubana (Parte I)

Por Miguel Angel García Alzugaray
DYAuAqsW4AIQnAI
“La Revolución es la obra de todos, la Revolución es el sacrificio de todos, la Revolución es el ideal de todos y la Revolución será el fruto de todos.” Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en Güines, 29 de marzo de 1959
La principal cualidad del Sistema político cubano es su capacidad para el constante perfeccionamiento, en función de las necesidades planteadas para la realización de una participación plena, verdadera y sistemática del pueblo en la dirección y el control de la sociedad, esencia de toda democracia.
De conformidad con este principio, la amplia participación de nuestro pueblo en el proceso de debate del proyecto de la nueva Constitución de la República es, sin dudas, la mejor prueba de que en Cuba la democracia es un hecho incuestionable y no una falacia como ocurre en tantos lugares del planeta, comenzando por los Estados Unidos.
El término democracia proviene del antiguo griego y fue acuñado en Atenas en el siglo V a.n.e. a partir de los vocablos demos, que puede traducirse como «pueblo» y krátos, que puede traducirse como «poder» o «gobierno».
Algunos pensadores consideran a la democracia ateniense como el primer ejemplo de un sistema democrático, pero otros han criticado esta conclusión, argumentando por un lado que tanto en la organización tribal como en antiguas civilizaciones en todo el mundo existen ejemplos de sistemas políticos democráticos, y por otro lado que solo una pequeña minoría del 10% de la población tenía derecho a participar de la llamada democracia ateniense, quedando automáticamente excluidos la mayoría de trabajadores, campesinos, esclavos y las mujeres.
Pero la democracia es más que el poder del pueblo, es un sistema socio político y económico de personas libres e iguales; no sólo libres e iguales ante la ley, sino en las relaciones sociales en la vida cotidiana.
Existen varias vías o concepciones sobre la aplicación del término de cómo conformar una democracia directa, donde el pueblo es quien toma todas las decisiones ejecutivas y legislativas, o la democracia representativa, donde el pueblo por medio de votación popular escoge las autoridades que representarán a la ciudadanía en la toma de decisiones.
La farsa de la democracia representativa burguesa
En la ciencia burguesa, al caracterizarse la democracia por lo común, no se va más allá de aducir esos rasgos formales al margen de las condiciones económico-sociales de la vida de la sociedad y del estado real de las cosas. Surge, como resultado, la idea de la denominada democracia «pura», compartida por oportunistas y reformistas.
No obstante, en las democracias burguesas las posibilidades de utilizar todos los derechos e instituciones, se reducen por todos los medios para las amplias masas de trabajadores.
Por eso tal vez fue Juan Jacobo Rousseau, más que ningún otro, quien en ese contexto desarrolló la concepción más valedera de la democracia, al sostener que no podría ser realmente libre quien no se gobernara a sí mismo. “La soberanía no puede ser representada por la misma razón de ser inalienable, consiste esencialmente en que la voluntad no se representa, es una o es la otra”.Convierte de esta forma a la voluntad popular en presupuesto democrático.
Sin embargo, todo el aparato democrático de la república burguesa está estructurado de modo que pueda paralizar la actividad política de las masas y desplazar a los trabajadores de toda intervención en la vida política. Por otra parte, nada hay que garantice la vigencia de los derechos políticos formalmente proclamados, y las instituciones representativas sirven sobre todo para encubrir los objetivos reales de la política que la clase dominante lleva a cabo.
La realidad es, no obstante, que toda democracia, como forma de organización política de la sociedad, «sirve, en última instancia, a la producción y está determinada, en último término, por las relaciones de producción de la sociedad dada».
Ello hace que sea necesario tener en cuenta el desarrollo histórico de la democracia, su dependencia directa del cambio de las formaciones económico-sociales, del carácter y dureza de la lucha de clases. En las formaciones clasistas, la democracia aparece como forma de la dictadura de la clase dominante; posee, en consecuencia, un carácter de clase y de hecho existe sólo para los miembros de aquella clase. Así, en la sociedad burguesa, la democracia constituye la forma del dominio de clase de la burguesía.
Así, al considerarse que en un Estado moderno no es posible que las personas se gobiernen a sí mismas, en la práctica significa, gobierno de los representantes del pueblo. Se sitúa entonces la representación como única vía de realización democrática posible y comienza a negarse la esencia misma de la democracia. La soberanía nacional se agota con el sufragio universal y con éste las posibilidades de participación ciudadana, lo que trae como consecuencia que la democracia en puridad se vaya quedando al borde del camino.
Como en la actualidad, en el Estado moderno burgués, los ciudadanos están representados a través de los partidos políticos, no parece vislumbrarse una solución en este tipo de democracia, en relación con la representación y su mandato en particular, toda vez, que la representación en lugar de ser una expresión de la voluntad nacional, se convierte en un instrumento para crear, para dar existencia a dicha voluntad. Por ello, no es posible identificar la voluntad de la nación con la de sus representantes.
El sistema representativo no es verdaderamente democrático, si entendemos la democracia como el gobierno del pueblo. Lo único que hace el pueblo es escoger a unos individuos u organizaciones sobre los que después no tiene ninguna capacidad de control, que además incumplen de forma sistemática sus propios programas electorales. Es un sistema que no funciona y que, en último término, solo sirve para que las élites mantengan sus privilegios y tomen decisiones que perjudican a la mayor parte de la población.
La manera de evitarlo es que sea la población en su conjunto la que tome las decisiones más importantes. Si se equivoca, al menos será dueña de su propio destino, en vez de dejarlo en manos de quienes no comulgan con el interés general. También es de esperar que, cuando los ciudadanos tomen conciencia de la relevancia de su opinión, hagan un esfuerzo por informarse sobre aquellos asuntos que ignoran y que afectan a su existencia.
Es un rasgo característico de la democracia burguesa la existencia del parlamentarismo, o sea, la división del poder legislativo y del poder ejecutivo, con una manifiesta tendencia a aumentar el papel de este último. En la época imperialista, se produce en los estados burgueses un giro de la democracia a la reacción política.
Democracia participativa
20020616JLB-19Democracia participativa es una expresión amplia, que se suele referir a formas de democracia en las que los ciudadanos tienen una mayor participación en la toma de decisiones políticas que es la que les otorga tradicionalmente la democracia representativa, esta última es una de las democracias más usadas en el mundo. Implica una participación ciudadana intermedio entre democracia representativa y la democracia directa
Puede definirse con mayor precisión como un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas. En la actualidad se manifiesta usualmente por medio de referendos o plebiscitos que los representantes elaboran como iniciativas de consulta, que luego los ciudadanos presentan a los representantes.
En una etapa más avanzada, el proyecto fundamental de la democracia participativa es la creación de un mecanismo de deliberaciones mediante el cual el pueblo, con su propia participación, esté habilitado para manifestarse por igual con puntos de vista tanto mayoritarios como minoritarios … Sin negar que todo sistema democrático eventualmente ha de descansar en decisiones mayoritarias, los mecanismos o instituciones de participación tienen el propósito de hacer hincapié en el pleno respeto a las minorías, sus opiniones y su amplia manifestación a través de un mecanismo participativo e institucionalizado.
La democracia participativa, es la soberanía popular la cual se hace tangible en el ejercicio de la voluntad general, la cual no puede enajenarse nunca, y el soberano, que no es sino un ser colectivo, no puede ser presentado mas que por si mismo: el poder puede ser transmitido pero no la voluntad. La consecuencia es lógica: si la soberanía reside en el pueblo y este acepta obedecer a un poder distinto, por ese mismo acto se disuelve como pueblo y renuncia a su soberanía. La soberanía popular, reunida en asamblea pública de ciudadanos, (Asamblea constituyente) única.
Los principales efectos positivos que tiene este sistema político son:
  • Aprovecha las experiencias y la capacidad de todos. La sociedad funciona mediante una red que interrelaciona al gobierno, las diversas comunidades, los grupos de intereses, los sectores y las instituciones. Además, los ciudadanos tienen un conocimiento mucho más íntimo a nivel local de las necesidades de la población que ningún grupo de políticos desde un gobierno altamente centralizado.
  • Promueve la legitimidad. Las instituciones, los organismos sectoriales, las empresas y los gobiernos acabarán por apreciar que tienen mucho que ganar en confianza, apoyo y colaboración de parte de los ciudadanos si los incluyen de alguna forma en sus decisiones. Los propios ciudadanos tienen una mayor facilidad de promover iniciativas destinadas a hacer más eficaz el medio en que se desenvuelven.
  • Desarrolla nuevas capacidades. La participación desarrolla la capacidad de las personas de trabajar en colaboración con los demás, de identificar prioridades y de lograr que las cosas se hagan y los proyectos se realicen. La actividad participativa los convierte así en mejores ciudadanos.
Una de las razones fundamentales para promover la democracia participativa consiste en que tal sistema ofrece al ciudadano una capacidad de participar en decisiones orientadas a desarrollar una economía socialmente justa y humanista. Esto promueve un ambiente de cooperación porque se aprecian directamente las consecuencias de tales decisiones para todos y cada uno de los miembros de la sociedad.
La democracia participativa auténtica hace énfasis muy especial en dar voz a los individuos y a las comunidades, cuyas opiniones, anhelos y aspiraciones rara vez hallan eco o atención en los mecanismos tradicionales de la democracia representativa.
En este sentido, la democracia socialista constituye la forma más elevada de democracia, es la auténtica democracia para la mayoría del pueblo, para las amplias masas trabajadoras. Su base económica radica en la propiedad colectiva de los medios fundamentales de producción.
La democracia socialista asegura con garantías materiales los derechos de los ciudadanos en el orden legislativo. Así, en la sociedad socialista, el derecho al trabajo no sólo se proclama, sino que, además, se consolida mediante la ley y se asegura realmente gracias a que se ha liquidado la explotación, se ha acabado con el paro forzoso, se han abolido las crisis de producción, etc. En eso estriba la diferencia radical entre el democratismo de la democracia socialista y el de la burguesa.
¿Cambia la política de Estados Unidos hacia Cuba?

Jesús Arboleya Cervera - Cubainformación.- El Departamento de Estado de Estados Unidos acaba de disminuir la alerta de peligrosidad de los viajes a Cuba. En apenas un año evolucionó de la categoría 4, la máxima posible, a la categoría 2, en la cual solo se recomienda “tener prudencia” a la hora de hacer el viaje, por lo que se aplica a muchos países del mundo.
De esta manera, se pretende rectificar, en parte, una política que ha tenido una oposición mayoritaria en todo el espectro político y social norteamericano.
También anunció que reanudará parcialmente los servicios consulares de su embajada en Cuba, pero solo a ciudadanos norteamericanos de estancia en el país. Se mantienen suspendidos los servicios a los cubanos que aspiren viajar de manera temporal o definitiva a Estados Unidos, los cuales tendrán que trasladarse a otros países para hacer los trámites.
Según el Departamento de Estado, tales medidas responden a las recomendaciones hechas por el Comité de Evaluación de Riesgos de ese órgano e incluye el fortalecimiento de medidas de seguridad no especificadas para su personal en Cuba, los cuales solo podrán permanecer un año en el país sin la compañía de sus familias.
Nada indica que se trata de un paso hacia el mejoramiento de las relaciones con Cuba. Por el contrario, se han arreciado las acciones contra el país y Cuba continúa siendo uno de los objetivos de la ofensiva norteamericana contra los procesos progresistas en América Latina.
Pero ni siquiera para esto sirve la reducción del personal de su embajada en Cuba. Recientemente, el Servicio de Investigaciones del Congreso dio a conocer un memorando, donde se plantea que la situación de la embajada norteamericana en Cuba “reduce potencialmente la capacidad del Departamento de Estado -y obviamente otras dependencias- para comprender la situación sobre el terreno y reportar sobre sus desarrollos”.
Dicho de otra manera, se quedaron ciegos frente a los cambios que tienen lugar en Cuba y reducida su capacidad para influir sobre los mismos. Hasta los llamados “disidentes”, a los que se entregan fondos millonarios para subvertir el sistema cubano, se han quejado públicamente de las afectaciones que les ha producido las limitaciones de acceso a la embajada norteamericana. Esta pudiera ser una de las causas para tratar de enmendar el error.
También pudiera suponerse que es el resultado del desgaste de la credibilidad de los misteriosos “ataques sónicos”, los cuales sirvieron como excusa para reducir el personal de ambas embajadas. Sin embargo, no parece que el apego a la veracidad, como atributo de su política, sea un factor particularmente cuidado por la administración de Donald Trump.
La mejor explicación debe ser buscada en la política interna de Estados Unidos. Sobre todo, de cara a las elecciones parciales de noviembre de este año, donde los republicanos enfrentan una situación muy complicada.
Desde hace rato, los viajes de norteamericanos a Cuba han sido mirado desde dos perspectivas distintas por parte de la política oficial norteamericana. La prevaleciente ha sido impedirlos, en el entendido en que se contrapone con el clima de hostilidad que debe regir las relaciones entre los dos países. La otra es promoverlos, en tanto suponen que aumenta la influencia de Estados Unidos en Cuba y favorece el desarrollo del sector privado, visto como un agente de cambio del sistema cubano.
Obama asumió la segunda estrategia y Cuba aceptó el reto, en la confianza de sus fortalezas políticas y su correspondencia con sus propios planes de desarrollo económico. En pocos meses, a pesar de que el bloqueo impide que viajen en calidad de turistas, ello significó un incremento notable de los viajes de norteamericanos a Cuba y su aprovechamiento por parte de empresas e instituciones norteamericanas interesadas en diversas formas de intercambio.
Las medidas de Donald Trump redujeron el flujo de viajeros en casi un 25 % en relación con el año precedente. Debido a los peligros legales y financieros que implicaba actuar bajo las alertas de viaje antes existentes, más del 80 % de los turoperadores norteamericanos se vieron obligados a cancelar los viajes a Cuba e igual se afectaron los intercambios académicos y culturales en marcha.
Rebajar el nivel de alerta de estos viajes puede facilitar un incremento de los mismos y, de esta manera, satisfacer los reclamos de poderosos intereses vinculados a la industria de los viajes, dígase hoteleros, líneas aéreas, turoperadores, agencias de viaje y cruceros, así como instituciones académicas y culturales, incluso religiosas, muchos de las cuales son importantes contribuyentes a los procesos electorales estadounidenses.
Un problema no resuelto con las recientes disposiciones, es el daño que esta política ha ocasionado a la comunidad cubanoamericana y su posible efecto en las elecciones de La Florida.
Estados Unidos ha reconocido que no cumplirá con los acuerdos migratorios con Cuba, el cual establece conceder un mínimo de 20 000 visas anuales para cubanos que deseen radicarse en ese país. Este año apenas se han concedido 8 000 visas, afectando de manera sensible un programa de reunificación familiar que funciona desde 1994. Más grave aún, es que el cierre del consulado de Estados Unidos en La Habana ha impedido viajar a miles de personas, con la intención de visitar a sus familiares en ese país.
Según una reciente encuesta de Florida Latino Voters, para el 21 % de los votantes cubanoamericanos un tema esencial en las próximas elecciones, son los asuntos relacionados con la política migratoria y la reunificación familiar. Esto debe haber activado las alarmas entre los republicanos, que aspiran a contar con la mayoría de ese voto en unas elecciones que se anuncian muy reñidas.
En particular, es un problema muy grave para la decisión de los tres escaños al Congreso que hoy día están en manos de cubanoamericanos republicanos. Al promover la separación de las familias, la derecha cubanoamericana se ha dado un tiro en el pie y la hemorragia puede costarles la vida.
No es descabellado entonces suponer que en los próximos días el gobierno norteamericano, con la discreta anuencia de la derecha cubanoamericana, tome otras medidas -ya se habla de “estabilizar el personal en Cuba-, con vista a llegar a las elecciones con la sensación de que se trata de un problema en vías de solución.  Por eso, hasta ahora, el vociferante “exilio histórico cubano”, no ha dicho nada en contra. CUBAINFORMACIÓN