Náuseas políticas, mareos éticos, neuralgia por conveniencia

Por Juana Carrasco Martín
La Ciencia y los
ataques acústicos, así se tituló el foro online convocado por la página
web oficial de la Red Ciencia de Cuba que abordó desde las nueve de la
mañana hasta las tres de la tarde del miércoles las afectaciones
alegadas por diplomáticos y familiares de la Embajada de Estados Unidos
en La Habana.
Más de 400 comentarios se reportaron en
el encuentro digital que continuará este jueves, habida cuenta de que el
supuesto «ataque acústico», aun sin carecer de evidencia alguna, ha
constituido el tema preferido de la prensa estadounidense, sirviendo de
portavoces a sus autoridades gubernamentales.
Los criterios también provenían en su
mayoría de médicos y otros profesionales y expertos vinculados con las
especialidades comprometidas en el asunto, quienes acompañaron, con sus
impresiones y conocimientos, a los científicos e investigadores cubanos,
estudiosos del tema, que lideraron el debate digital.
Opiniones sustentadas, preguntas y
respuestas de cibernautas de muchos lugares del mundo se sucedieron
sobre los supuestos ataques acústicos. No faltaron las condenas y el
rechazo a lo que muchos consideraron una burda manipulación contra Cuba
de la administración Trump, pues colaboradores médicos en Bolivia,
Ecuador, Timor Leste, Argelia, Angola, Jamaica, Qatar y otros países
participaron en el foro científico.
Así lo manifestaron los representantes de
la Brigada de la Salud de Cuba en Bolivia que prestan sus servicios
médicos en el departamento de Santa Cruz de la Sierra: «condenamos una
vez más las mentiras y hostilidades contra Cuba, carentes de avales de
todo tipo», dijeron.
Lo compartían los médicos especialistas,
licenciados en Enfermería y otros profesionales cubanos de la Salud que
cumplen compromisos de trabajo en Jamaica que «desmienten estas
acusaciones por carencias de fundamentos científicos, convencidos de que
nuestros expertos más tarde que temprano darán una nueva lección de
moral y dignidad en nombre de la medicina cubana, de su heroico pueblo y
de la ricas tradiciones de lucha y perseverancia de su Revolución».
El Dr. Juan Luis de Pazos Carrazana,
especialista en Medicina Interna y verticalizado en Terapia Intensiva,
que forma parte de la Brigada Médica Cubana en Bolivia, abrió el foro
con esta enjundiosa opinión que coincidía con la del Experto de
Expertos, según le respondió el epidemiólogo Dr. Jorge Delgado Bustillo.
De Pasos Carrazana escribió: «Existen
suficientes investigaciones internacionales, opiniones de expertos que
avalan las dudas sobre estos hechos, las investigaciones de la parte
cubana se han realizado con total profesionalidad a pesar de ser
realizadas, en tiempos no reales y con falta de elementos, pues el
Gobierno de Estados Unidos no ha cooperado con ello. No hay evidencias
demostradas por los estudios cubanos de los supuestos ataques acústicos.
La conducta del Gobierno de Estados Unidos hace entender la falta de
seriedad, sinceridad y mucho menos de transparencia en estos sucesos.
Para llegar a una conclusión adecuada se requiere la participación de
investigadores de ambas partes.
«Los síntomas referidos no se ajustan
exactamente a un cuadro de daño acústico o agentes sónicos, pues los
decibeles constatados están muy distantes de provocar este tipo de
lesiones, además, hay síntomas muy frecuentes que no se refirieron como
los acufenos. Su relación con los sonidos emitidos por insectos, solo
guarda vínculo con las grabaciones, pues, aunque los decibeles que estos
insectos generan pudieran con una exposición prolongada dar lugar a
daños, ¿por qué tan selectivo?, los vecinos no se afectaron, ninguno de
ellos solicitó asistencia médica en ese mismo período con sintomatología
similar, pudiera estar relacionado con afectaciones sicológicas con
expresión orgánica, quizá por carga de actividad laboral u otras causas
que no tiene total explicación en este momento.
Es importante dejar claro que Cuba no
realiza ataques terroristas, dijo. «Al contrario, es un país solidario,
amigo, muy lejos de este tipo de acción. Solo se le puede ocurrir una
idea como esta a quien se dedica de manera sistemática a generar
acciones de daño como Estados Unidos».
Por su parte, y desde Angola, el Dr. José
Luis Aparicio Suárez lo decía con gracejo criollo: «La vileza
inculpatoria (de Estados Unidos) ha encontrado una pureza reprobatoria
(de Cuba y el mundo).
«Luego de examinar todas las hipótesis,
no hay tesis que sustente las supuestas agresiones sónicas. Todo apunta,
estimados colegas, a que son los funcionarios norteamericanos,
manipuladores e inescrupulosos, los que presentan la variedad de
síntomas por ellos inventados: náuseas “políticas”, mareos “éticos”,
neuralgia “por conveniencia”, hipoacusia “para la voz de los científicos
y pueblos”, problemas de cognición “con respecto a la verdad y el
honor”, e incluso daños cerebrales “por intentar, una y otra vez,
retorcer la realidad e inventar oscuras patrañas”. Probablemente, por su
tozudez política, tengan zumbido en sus oídos, adaptados a falsos
rumores y malintencionados silbidos. No es que no oyen, es que no
quieren oír».
El Dr. Danio Fernández Brito,
especialista de Medicina Interna comentó: «soy del criterio de que los
síntomas descritos por los diplomáticos americanos no pueden ser
consecuencias de agentes sónicos por varias razones:
- Para que las ondas sonoras puedan repercutir negativamente en la salud es necesario que estas tengan altos decibeles (ruido intenso), lo cual no solo afectaría a los residentes en el interior de la Embajada, sino también a los vecinos del lugar y esto no ocurrió de este modo.
- Los equipos que puedan emitir ondas sónicas que dañen la salud deben ser de tal magnitud que sería imposible esconderlos, sobre todo por las molestias que producirían en la población.
- No se recogen pruebas de que esta agresión haya ocurrido, y me baso en las investigaciones realizadas por personal especializado nuestro que hizo rastreo de sonido en diferentes lugares próximos a las instalaciones donde viven los diplomáticos afectados.
En relación a otras enfermedades que
pudieron provocar tales síntomas, hay que tener en cuenta la
co-morbilidad existente entre estas personas afectadas, es decir sus
padecimientos crónicos que pudiesen ser la causa de su enfermedad. Los
síntomas descritos, como náuseas, cefalea, trastornos del equilibrio,
pérdidas auditivas, entre otros, pueden ser provocados por afecciones
tan comunes como la osteoartritis cervical, muy frecuentes en
trabajadores de oficina, donde puede ser causa de un síndrome
vértebro-basilar que entorpecería la irrigación de las estructuras del
oído interno y a la región del tallo cerebral. Otras enfermedades pueden
ser responsables de esta sintomatología, como las afecciones del oído y
entre ellas las laberintitis, muchas veces de causas víricas.
«Importante es añadir que otra posible
causa de dicha sintomatología puede ser de origen sicosocial, donde
trastornos síquicos traen una repercusión somática en diferentes órganos
de nuestro organismo».
Meyling, apenas 14 minutos después de
iniciado el Foro, ya explicaba posibilidades de manifestaciones
sicosomáticas que otros profesionales de la Sicología también abordaron
durante el debate: «… Existen momentos en la vida de las personas en los
que puede presentarse de forma inesperada un conjunto de enfermedades o
sintomatologías, los cuales no necesariamente tienen que estar
relacionadas con agentes externos. Sí, momentos desencadenantes de
crisis de ansiedad o stress postraumático, pueden manifestarse
sicosomáticamente, pero no se mostrarían de la misma forma en los
diferentes individuos».
Al respecto, señalaba el Dr. en Ciencias
Sicológicas, Dionisio Zaldívar Pérez, Profesor Titular de la Facultad de
Sicología de la Universidad de La Habana, que «resulta conocido que
cuando una persona se enfrenta a situaciones conflictivas o que le
generan tensión, se desarrolla un proceso de estrés que se acompaña de
distintos síntomas somáticos, respuestas emocionales y comportamentales.
Lo anterior depende en última instancia de la valoración que hace el
sujeto de la situación y su respuesta puede ser inducida, por contagio, a
otras personas cercanas que comparten un ambiente común, iguales
expectativas o temores.
El Dr. Yuahiquel Pérez Pérez, neurólogo
cubano del Hospital Miguel Enriquez de La Habana, de la Misión Médica
Cubana en Bolivia, afirmó: «Los síntomas descritos por el Gobierno de
Estados Unidos, en el personal diplomático estadounidense en Cuba, no
son consecuencia de agentes sónicos, pues estas armas acústicas para
causar algunos de estos síntomas, tienen que encontrarse entre las
frecuencias de 120-150 decibeles, y el Gobierno cubano realizó una
pesquisa a personas en los alrededores de la Embajada americana en Cuba y
no sufrieron por el uso de ningún arma acústica ni por exposición a
sonidos de alta frecuencia. También los síntomas descritos son muy
imprecisos, como lo planteado de la conmoción cerebral, que se observa
en personas con antecedentes de traumas craneales o desaceleraciones
violentas de la cabeza y no es el caso.
«Teniendo en cuenta que al comienzo del
mandato de Trump, él anunció nuevas medidas para Cuba, y más todo lo
planteado anteriormente, es nuestro criterio que todo esto no es más que
una cruel mentira, calumnia para empeorar las relaciones entre Cuba y
Estados Unidos, y un pretexto para reducir su personal diplomático en La
Habana».
El Dr. Conrado Blas Mompié Sosa,
Especialista de Primer Grado en Otorrinolaringología y cirugía de cabeza
y cuello, en su extensa y autorizada opinión aseveraba: «…es muy
difícil, por no decir imposible, que una persona pueda sufrir daño
cerebral, provocado por un arma sónica; para que esto ocurra no puede
haber aire que se interponga entre el cerebro y el arma, por lo tanto
esa famosa arma sónica debió estar debajo de la almohada del funcionario
y ser de conocimiento de este, por tanto, el daño cerebral queda
descartado; tampoco podría un arma sónica provocar conmoción cerebral
debido a que no se recogen antecedentes de pérdida de la conciencia de
ninguno de ellos, las náuseas, vómitos y cefaleas pudieran estar
relacionados con otros procesos patológicos de la salud, tales como
infecciones virales o de otra naturaleza.
«Para ello no se mencionan factores de
índole episcopologios, o genio epidémico; por lo anteriormente expuesto
para que un arma sónica pudiera provocar daños a la salud sería
necesario ser considerada ruidosa, para ello sería necesario que fuera
escuchada en forma de ruidos, cuyos decibeles deberían estar por encima
de los 90 decibeles mantenidos, situación esta que no fue referida por
algún vecino de la comunidad aledaña a la Embajada».
Vicky intervenía: «Muy interesante las
opiniones que se han vertido en este foro-debate que demuestran
claramente cómo el Gobierno de Estados Unidos miente descaradamente para
tratar de inculpar a nuestro Gobierno de los supuestos ataques
acústicos sobre funcionarios de la Embajada, de veras qué clase de
mentira más grande, bueno, propio de ese Gobierno y de los presidentes
de ese país. Qué horror, ya no saben qué hacer ni qué decir.
«Disculpen, no puedo dar una opinión científica, pero me uno al sentir de los doctores que escribieron anteriormente».
La verdad es la verdad y la mentira tiene patas cortas.
De manera que el argentino Paolo Pegoraro
apuntó: «Como especialista en rinología de Argentina hemos escuchado
los rumores sobre las acusaciones de Estado Unidos hacia Cuba sobre los
supuestos ataques acústicos a diplomáticos estadounidenses y desde mi
punto de vista me cuesta entender cómo puede ser posible realizar este
tipo de procedimientos, si realmente existe la tecnología en Cuba para
producir este tipo de “últrasonidos” y poder dirigirlos a personas
específicas.
«En nuestro país para poder realizar un
diagnóstico certero de trauma acústico es fundamental realizar
audiológicos objetivos, por lo que sería bueno poder contar con tales
estudios para aclarar dichas acusaciones. Además, cabe aclarar que nunca
he escuchado malos comentarios de habitantes cubanos hacia Estados
Unidos en ninguna de mis visitas a Cuba, siempre compartiendo una visión
integradora entre ambos países»

Comité de expertos: los científicos cubanos que investigaron el caso
Mitchell Joseph Valdés Sosa,
67 años. Doctor en Ciencias e Investigador Titular; especialista de
Segundo Grado en neurofisiología, director general del Centro de
Neurociencias de Cuba, coordinador del Grupo Nacional de Neurofisiología
del Minsap, secretario de la Sociedad Latinoamericana de
Neurofisiología, miembro de la Academia de Ciencias de Cuba. Cuenta con
44 años de experiencia en el campo de la neurofisiología.
Carlos Barceló Pérez, 72
años. Doctor en Ciencias Físicas, Profesor Titular e Investigador
Titular del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y
Microbiología. Máster en Salud Ambiental, con 38 años de experiencia.
Director del Centro Colaborador de la OPS/OMS para la salud en viviendas
y Secretario General de la Red Interamericana de Hábitat Saludable
asociado a la OPS.
Daniel Stolik Novygrod,
77 años. Doctor en Ciencias Físicas, Profesor Titular, con más de 50
años de experiencia. Presidente de la Cátedra Honorífica Física y Música
de la Universidad de La Habana, asesor del Ministro de Energía y Minas y
del Rector de la Universidad de La Habana. Fue el primer presidente de
la Sociedad Cubana de Física, del año 1979 al 1988, de la cual
actualmente es miembro De Mérito.
Antonio Paz Cordovez, 66
años. Máster en Ciencias y Especialista de Segundo Grado en
Otorrinolaringología. Jefe del Grupo de Implantes Cocleares y Presidente
de la Sociedad Cubana de Otorrinolaringología. Tiene 43 años de
experiencia como otorrinolaringólogo, la mayor parte de ellos dedicados a
la cirugía otológica y desde 1997 a implantes cocleares. Premio Mundial
por la Vida, que otorga la Asociación Mundial de Educación Especial
(AMEE), en reconocimiento a sus aportes en favor de la ciencia.
Nelson Gómez Viera, 58
años. Doctor en Ciencias Médicas e Investigador Titular, Máster en
Epidemiología Clínica, Especialista de Segundo Grado en Neurología y
Profesor Titular. Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Hermanos
Ameijeiras, miembro titular de la Sociedad de Neurología y Neurocirugía
en Cuba y miembro del Grupo Nacional de Neurología. Es presidente de los
tribunales de la especialidad de Neurología en el país.
Manuel Jorge Villar Kusevic,
59 años. Especialista de Segundo Grado en Otorrinolaringología y
Profesor Auxiliar. Jefe del Servicio de Otorrinolaringología y Cirugía
de cabeza y cuello del Hospital Enrique Cabrera. Maitre de Stage del
Instituto George Portman. Cuenta con 34 años de experiencia como médico y
26 como especialista en otorrinolaringología.
Eulalia Alfonso Muñoz,
59 años. Doctora en Ciencias e Investigadora Auxiliar, Especialista de
Segundo Grado en Otorrinolaringología y Audiología. Posee 35 años de
experiencia.
Yamilé González Sánchez,
52 años. Máster en Salud Ambiental y Especialista de Segundo Grado en
Higiene y Epidemiología. Jefa del Departamento de Riesgo Ambiental del
Ministerio de Salud Pública. Cuenta con más de 20 años de experiencia en
su carrera profesional.